sábado, 5 de abril de 2014

SAN VICENTE FERRER, LAS PROPIEDADES DE LA MISA . DE LA VIDA DE CRISTO REPRESENTADA EN LA MISA SOLEMNE

Opúsculo:
LAS PROPIEDADES DE LA MISA
Las gracias qué alcanza la persona que oye misa devotamente son estas:
Primera: Quien celebra la misa ora especialmente por quien la oye.
Segunda: Oyendo la misa se goza de maravillosa compañía, porque en la misa está Jesucristo, tan grande como en el árbol de la cruz, y por concomitancia está también la divinidad, la Trinidad santa. Además, está en compañía de los ángeles santos. Y, según escribe un doctor, en el lugar en donde se celebra el santo sacrificio de la misa hay muchos santos) y santas, especialmente por aquello: Son vírgenes que siguen al Cordero doquiera que va (Apoc., 14, 4.).
Tercera gracia que alcanza la persona que oye devotamente la misa: Que le ayuda en los trabajos y negocios. Se lee de un caballero, que tenía costumbre de oír misa sumido en gran devoción, que cierta vez salió del mar con sus compañeros y estaba preparándose en una capilla para oír misa. Los compañeros le anunciaron que la nave iba a darse a la vela y que se diese prisa. El caballero contestó que primero quería oír misa. Por lo cual le dejaron en tierra v partió la nave) Después de haber oído la misa, el caballero se durmió, y cuando despertó se halló en su propia tierra. Después de muchos días llegaron los de la nave, y se maravillaron al verlo.
Y de otros casos se leen cosáis maravillosas. Además, la persona que oye misa disgusta mucho al diablo; pues interroga­do cierta vez qué era lo que más le desagradaba contestó que tres cosas: los sermones, es decir, la palabra de Dios, la misa y la penitencia.
Cuarta gracia que alcanza la persona que oye misa devota­mente: Que será iluminada en las cosas que ha de discernir y determinar por su inteligencia. Se dice de San Buenaventura, de la Orden de frailes menores, que ayudaba las misas frecuentemente y con harta devoción. Y un día, sirviendo la misa, Santo Tomás de Aquino vio una lengua de fuego sobre la ca­beza del dicho fray Buenaventura, el cual, de entonces en ade­lante tuvo ciencia infusa.
Quinta gracia: Que la persona que oye misa devota y benignamente, no morirá ese día de desgracia ni sin confesión.
Sexta gracia: Que en su muerte estarán presentes tantos santos cuántas misas haya oído devotamente. Dice San Jeróni­mo que a las almas por las que está obligado a orar el que oye la misa -su padre, su madre, sus parientes y bienhechores-, durante el espacio de tiempo en que oye la misa, les serán atenuadas las penas del purgatorio. Dice San Ambrosio que des­pués que la persona haya oído la misa, todo lo que coma en aquel día hará más provecho a su naturaleza que si no hubiese oído la misa. Si la mujer en estado oye la misa, dará a luz sin gran trabajo, si lo hiciere en aquel día.
San Agustín escribe en el libro De civitate Dei que a la persona que oye misa devotamente nuestro Señor le dará en ese día las cosas necesarias. La segunda gracia que tendrá es que sus palabras vanas le serán perdonadas. Tercera, que aquel día no perderá ningún pleito. Cuarta, que mientras oye la misa no envejece ni se debilita su cuerpo. Quinta, que si muere en ese día la misa le valdrá tanto como si hubiese comulgado. Sexta, que los pasos que da yendo y viniendo a la misa, son contados por los santos ángeles y remunerados por Dios nuestro Señor. Además, más vale una misa que se oye en vida devotamente, que si después de la muerte oyera otro mil. Se lee que oír misa con devoción aprovecha para remisión de los pecados y crecimiento de gracia más que otras oraciones que el hombre pueda decir o hacer, pues toda la misa es oración de nuestro Señor y Redentor Jesucristo, infinitamente dulce y piadoso, que es cabeza nuestra y todos los fieles sus miembros. Dice San Gre­gorio que mientras se celebra la misa se perdonan los pecados de los muertos y de los vivos. Y San Crisóstomo escribe que vale tanto la celebración de la misa como la muerte de Jesu­cristo, por la que nos redimió de todos nuestros, pecados. Finalmente, la salvación de la humanidad está cifrada en la celebra­ción del santo sacrificio de la misa, porque todo el esfuerzo del malvado anticristo se orientará a quitar de la santa Madre Iglesia este santo misterio, en el que se maneja el precioso cuerpo de Jesucristo, en memoria de su santa pasión, por medio de la cual los fieles cristianos de buena vida, aunque sean igno­rantes y sin ciencia, podrán ver las astucias y malicias del mal vado anticristo y de sus seguidores.
San VICENTE FERRER
Extracto de "San Vicente Ferrer" Ed. B.A.C.


DE LA VIDA DE CRISTO REPRESENTADA EN LA MISA

SOLEMNE

Y esto os digo que se representa en la Misa solemne y no en la otra. Pues


cuando el presbítero entra a la sacristía, allí los tres lo revisten, a saber: el diácono, el


subdiácono y el mismo presbítero que se reviste, ayudándole los otros, pero él solo


queda vestido. Así, nuestro Salvador Jesús Cristo, gran y sumo sacerdote, fue revestido


en aquella gloriosa sacristía [en el manuscrito al margen: reliquias, joyas, y otros


ornamentos se conservan así mismo en aquella gloriosa sacristía], es decir, la


Bienaventurada Virgen llena de virtudes, de gracia y de perfecciones, lo conserva todo


como un tesoro para nuestra salud, a saber: al Salvador del mundo Jesús, Dios y hombre


y los ornamentos, con los cuales debe decir la Misa de pontifical como sumo sacerdote


Jesús Cristo en el día del Viernes Santo en el altar de la cruz. Estos ornamentos son la


humanidad.


Y si queréis contemplar más alto: así como el presbítero es revestido en la


sacristía y nadie del pueblo le ha visto vestirse, así mismo cuando Jesús Cristo, Sumo


Sacerdote, se reviste de humanidad en la sacristía, que es la Bienaventurada Virgen,


para decir la Misa en el altar de la cruz, nadie del pueblo judío lo supo, ni lo vio cuando


fue encarnado, porque esto sucedió muy en secreto.LEER...

sábado, 6 de abril de 2013

SAN VINCENZO FERRERI ,TRATTATO DELLA VITA SPIRITUALE



L'Oasi di Engaddi

1

SAN VINCENZO FERRERI

TRATTATO DELLA VITA

SPIRITUALE


Traduzione

del P. S. G. NIVOLI O.P.


con note dei migliori commentatori



2


Visto: nulla osta


, Torino 10 Gennaio 1931, Can. B. Chiaudano

Imprimatur


: Can. Aloysius Benna V. G.

Visto, si approva


. P. Fr. Lodovico M. Raineri O.P. Revisore. P. fr. Gusmano M.

Raineri O. P. Revisore. Chieri, 15 febbraio 1931


Imprimi potest


, Torino, 21 febbraio 1931, P. Fr. Gius. Ignazio M. Cane O.P.,

Provinciale della Provincia di S. Pietro M.


3


INDICE



Presentazione del traduttore …5

Prefazione di San Vincenzo …9


PARTE PRIMA. I fondamenti della vita spirituale

…11

I. La povertà volontaria

II. L'amore del silenzio

III. La purezza di cuore

IV. Effetti della purezza di cuore


PARTE SECONDA. La pratica della vita spirituale

...23 L'Oasi di Engaddi

2


I. Il Direttore della coscienza

II. L'ubbidienza

III. Condotta nella mortificazione del mangiare e del bere

IV. Condotta da tenere nella mortificazione del sonno

V. Condotta da tenere nello studio

VI. Condotta da tenere nella preghiera liturgica

VII. Condotta da tenere nell'esercizio del santo ministero

VIII. Condotta che si deve tenere in certe tentazioni


PARTE TERZA. Riassunti e massime spirituali

…49

I. Alcuni motivi di tendere alla perfezione

II. Due fondamenti della vita spirituale

III. Disposizioni abituali dell'anima che vuole unirsi a Dio

IV. La scala della perfezione

V. Massime spirituali


Appendice.

Breve esercizio di perfezione proposto dal Ven.

P. Luigi di Granata O.P. nel suo libro:
Memoriale della vita

cristiana

…67

Annotazioni

…74

4


RISTAMPA


Print on demand www.lulu.com

Invio gratuito e-book in .pdf mandando una mail a: topenz@virgilio.it



5


PRESENTAZIONE



San Vincenzo Ferrer, o Ferreri, nacque nel 1346, secondo

l'Echard, a Valencia di Spagna e, all'età di 18 anni, entrò

nell'Ordine dei Frati Predicatori. Fin dalla giovinezza si notò

nei suoi costumi una gran santità. Nominato professore di

filosofia, poi di teologia, dopo studi solidi e brillanti, fin

dall'età di 25 anni era celebre per lo splendore del suo

insegnamento.

Quando scoppiò il Grande Scisma, San Vincenzo si schierò

apertamente per i Papi d'Avignone e sostenne la loro causa

fino al momento in cui si scoprì la mala fede di Pietro di

Luna. Egli stava alla Corte pontificia come Maestro del

Sacro Palazzo quando, nel 1398, nel corso di una malattia

che tutti credevano mortale, nostro Signore gli apparve, lo

guarì istantaneamente e gli affidò la sua grande missione

dicendogli, fra altre cose: «

Io ti ho eletto per fare di te un

insigne araldo del Vangelo. Va’ attraverso al mondo: io sarò

con te


».

Dopo aver rinunziato alla sua carica di Maestro del Sacro

Palazzo e ricusato l'episcopato e il cardinalato, San Vincenzo

partì per compire questa famosa missione, che costituisce

uno dei fatti più straordinari e dei più importanti della storia

della Chiesa, nel contrastare il nefasto influsso

dell'Umanesimo e del Rinascimento pagano. Per ben

vent'anni, seguito dalla sua Compagnia di disciplinanti,

percorse più volte in tutti i sensi l'Europa occidentale,

predicando, con un successo inaudito, le verità più terribili,

L'Oasi di Engaddi

3


attirando turbe immense e provocando conversioni senza

numero.

6

L'argomento preferito dei suoi discorsi era la necessità della

penitenza e l'imminenza del giudizio. Fece miracoli a

migliaia. In particolare risuscitò morti per provare

l'autenticità della sua missione. Fu per avventura il più

grande taumaturgo e certamente uno dei più potenti apostoli

che Dio abbia dato alla Chiesa.

Anche nei suoi viaggi attraverso l'Europa conduceva una vita

austerissima e da perfetto contemplativo. Nel processo di

canonizzazione si assicura che egli morì senza aver perduto

l'innocenza battesimale. Per questo l'iconografia lo

rappresenta ordinariamente con ali d'angelo, a cagione della

perfetta purezza ed anche perché assicurava, e provava

risuscitando i morti, ch'egli era l'Angelo di cui parla San

Giovanni al capitolo quattordicesimo dell'Apocalisse.

Morì a Vannes in Bretagna, dopo aver scritto parecchie

opere.

Ora noi offriamo alle anime pie la traduzione annotata di

quella in cui egli lasciò i suoi migliori insegnamenti. «

Vi

sono dei libri che si possono chiamare essenziali

- dice il P.

Surin -
perché si trova in essi tutto ciò che è necessario

all'uomo per vivere spiritualmente e santamente. Fra questi

vi è l'operetta di San Vincenzo Ferreri


: La vita spirituale, che

dice tutto, ma assai brevemente. Chi la possederà potrà dire

d'avere tutta la scienza della vita dello spirito


».

San Vincenzo la compose anzitutto per i religiosi del suo

Ordine, come del resto per i religiosi furono scritti

l'

Imitazione di Gesù Cristo e il Combattimento Spirituale.

Ma sarà facile ad ogni cristiano appropriarsi di massime e

consigli il cui carattere particolare è di essere pratici. «

In

7


nessun libro

- assicurava Santa Lodovica Bertrando - io ho

visto le virtù rappresentate così al vivo come in questo

».

Egli non si ferma alla superficie, alle mezze misure; ma va

spietatamente al fondo e fino alla radice delle cose. È per

eccellenza il libro per formare anime forti, saldamente

fondate, e per dare alla pietà nel medesimo tempo che una

vera base, quella tempra virile ed energica, diventata

disgraziatamente troppo rara in mezzo a noi.

Gli insegnamenti del Santo sono brevi, ma sostanziali e

fecondissimi. Offrono alla riflessione una materia

inesauribile. Egli stesso ha cura di avvertire «

che ha

accennato brevemente le verità, anziché svilupparle: affinché



–aggiunge-
impariamo a meditare molto su poche parole, ut

addiscas in paucis magna cogitare
, e affinché ciascuna verità

ci sia materia di vaste e profonde considerazioni,

materia

altae contemplationis et spatiosae».

È dunque un libro che non si esaurisce mai; è come il

L'Oasi di Engaddi

4


Vangelo, sempre nuovo. Quanto più vi si cerca, tanto più vi

si trova, quanto più lo si possiede, tanto meglio si sente resta

ad imparare.

Per rendere più facile la meditazione di queste pagine

abbiamo creduto utile aggiungere alcune annotazioni raccolte

dai migliori commentatori, come il P. Rousset e il P.

Bernadot O.P., e di segnalarne le idee principali. Nessuno dei

titoli secondari, nessuna delle note è di San Vincenzo. Il

lettore che le stimasse superflue, passi oltre.

Uno dei libri più diffusi, forse il più diffuso alla fine del

Medio Evo, questo trattatello fu per i cristiani di quella

grande epoca quello che la

Imitazione di Cristo è per la

8

nostra: il manuale preferito delle anime pie. Noi l'offriamo

con fiducia a tutti quelli che amano le cose di Dio.

Possa esso contribuire a rendere ai cristiani del nostro tempo

la pietà umile e virile dei nostri padri!

P. S. G. Nivoli O.P.

9


PREFAZIONE DI SAN VINCENZO



Nel presente trattatello non intendo di far altro che esporre

salutari insegnamenti estratti dagli scritti dei santi Dottori.

Non faccio alcuna citazione né della Sacra Scrittura né di

qualche Maestro in particolare, per persuadere o provare

quello che dico; sia perché voglio essere breve, sia perché

non mi rivolgo se non a quel lettore che desidera vivamente

di fare tutto quello che saprà tornare gradito a Dio. E

neppure cerco di provare le mie affermazioni, perché non ho

nessuna voglia di disputare con gli orgogliosi, ma solo

d'illuminare gli umili.

Chiunque pertanto si propone di fare del bene alle anime e

di edificare il prossimo con le sue parole, deve prima di tutto

possedere in se stesso quanto intende d'insegnare agli altri:

altrimenti porterà poco frutto, perché la sua parola rimarrà

inefficace finché i suoi uditori non lo vedranno praticare

tutto quello ch'egli insegna e molto di più ancora.



10

11


PARTE PRIMA



I fondamenti della vita spirituale


CAPO I.


L
A POVERTÀ VOLONTARIA

Amare la povertà



Anzitutto è necessario che il servo di Dio disprezzi tutto ciò

che è terreno, lo consideri come spazzatura e non ne faccia

uso se non per una rigorosa necessità (1). Ridurrà i suoi

bisogni a poco e, per amore della povertà, sopporterà anche

certi incomodi, perché, come disse un pio autore, quello che

è meritorio non è l'esser poveri, ma, quando si è poveri,

L'Oasi di Engaddi

5


amare la povertà e sopportarne volentieri e allegramente le

privazioni per amore di Gesù.


Falsa Povertà



Ohimè! Quanti sono poveri solo di nome! Si gloriano d'esser

poveri solo a patto che loro nulla manchi. Pretendono d'esser

amici della povertà, ma fuggono a tutto potere le compagne e

gli amici inseparabili della povertà: la fame, la sete, il

disprezzo, l'abiezione.

Non così il nostro Padre San Domenico, né Colui che

«essendo ricco si fece povero per noi», né gli Apostoli che ci

istruirono e con le parole e con gli esempi.

12


Regole pratiche



Non domandare mai nulla a nessuno, salvo il caso di

necessità.

Rifiuta tutto ciò che ti si offre, per quanto ne venga pregato,

anche col pretesto di darlo poi ai poveri; e sii persuaso che

facendo così edificherai grandemente e quelli che ti hanno

fatto questa offerta e tutti quelli che conosceranno il tuo

rifiuto; e con ciò potrai più facilmente indurli al disprezzo del

mondo e a soccorrere altri poveri.

Per il necessario intendo quello di cui hai bisogno per il

momento: un cibo frugale, abiti modesti e una calzatura di

poco prezzo. Possedere libri non è una necessità. Quante

volte i libri servono di pretesto a un'avarizia colpevole!

Contentati di quelli che la comunità possiede e che ti saranno

prestati.

Vuoi tu conoscere chiaramente l'effetto dei miei consigli?

Comincia col praticarli umilmente. Se li discuti con orgoglio

non ci capirai nulla, perché Gesù Cristo, Maestro d'umiltà,

rivela agli umili la verità che nasconde ai superbi.

Stabilisci dunque la povertà alla base della tua vita spirituale:

essa è il fondamento posto da Gesù Cristo stesso, che

cominciò il suo discorso della montagna con queste parole:


Beati i poveri di spirito

!

13

CAPO II.


L'
AMORE DEL SILENZIO

Poi applicati virilmente a reprimere la lingua. Tu la ricevesti

per esprimere le cose utili: dunque si astenga da ogni

frivolezza, da ogni inutilità. Per governarla meglio, non

parlare mai se non per rispondere a domande necessarie o

utili. Una domanda vana non merita che il silenzio.

Se poi a volte ti si rivolgesse qualche facezia, per modo di

ricreazione, per non essere di peso agli altri, potrai benissimo

accoglierla con volto ilare e benevolmente, però guardati dal

parlare. Anche se il tuo silenzio dovesse provocare

mormorazioni, tristezza o altre parole amare; anche se

dovessi essere trattato da orgoglioso, esagerato e

intollerabile; tu piuttosto prega Dio con fervore affinché

L'Oasi di Engaddi

6


conservi in pace il loro cuore.

Nondimeno qualche volta è permesso di parlare: in caso di

necessità e quando la carità o l'obbedienza lo richiedono. Ma

allora abbi cura di parlare solo dopo matura riflessione, di

spicciarti con poche parole, umilmente e a voce sommessa.

Lo stesso devi fare se hai da rispondere a qualcuno.

Sappi così tacere per alcun tempo: edificherai i tuoi fratelli, e

il silenzio ti insegnerà a parlare quando sarà il momento

opportuno. Frattanto prega Dio affinché si degni di supplire

Lui, con buone ispirazioni, nel cuore dei tuoi fratelli, quei

buoni pensieri che la legge del silenzio ti impedisce, per il

momento, di comunicare loro.

In tal modo, con la povertà e con il silenzio, estirperai le

numerose sollecitudini che soffocano il buon seme delle

virtù, gettato ininterrottamente nel tuo cuore dalla ispirazione

divina.

14

CAPO III.


L
A PUREZZA DI CUORE

La perfetta purezza di cuore



Sforzi anche più vigorosi ti restano da fare per conquistare

quelle virtù che ti solleveranno alla purezza di cuore.

Secondo la parola del Salvatore, questa purezza aprirà i

nostri occhi interiori alla contemplazione divina e ci stabilirà

in un tale riposo e in una tale pace che

Quegli che tiene la

sua sede nella pace

si degnerà anche di abitare in te (2).

Non si tratta di quella purezza che si contenta di preservarci

da pensieri carnali, ma di quella purezza perfetta di cuore che

ci allontana, per quanto è possibile quaggiù, da ogni pensiero

inutile e ci fa quindi cercare il nostro piacere nel solo

pensiero di Dio e delle cose divine.

Per ottenerla, questa purezza, questa virtù celeste, anzi

divina, poiché quegli che aderisce a Dio è un solo spirito con

Lui, sono necessarie parecchie cose.


Mortificazione della volontà propria



Anzitutto impiega tutte le tue forze nel rinunziare a te stesso,

secondo la sentenza del Salvatore:

Se qualcuno vuol venire

dietro a Me, rinneghi se stesso

. Ciò vuol dire che, in tutto,

devi mortificare, disprezzare, contraddire la tua volontà

propria e abbracciare la volontà degli altri, ogni volta che

questa sia lecita e onesta.

Di regola generale, quando trattasi

delle cose materiali

destinate ai bisogni del corpo, non seguire mai la tua volontà

personale contro quella degli altri, anche se questa ti paresse

stravagante.

Sopporta ogni incomodo per conservare la pace interiore

dell'anima, la quale non può non turbarsi per questa sorta di

15

contraddizioni in cui l'attacco al proprio giudizio personale e

il desiderio di fare la propria volontà provocano pensieri e

L'Oasi di Engaddi

7


parole contrarie alla carità.

Anche

nelle cose spirituali, alla tua volontà preferisci quella

degli altri, purché questa sia buona, quand'anche la tua ti

sembrasse migliore. Ciò in quanto, evitando gli alterchi,

guadagnerai molto più con l'aumentare in te l'umiltà, la

tranquillità e la pace, di quello che potresti guadagnare col

praticare qualsiasi virtù secondo il tuo piacere e contro il

piacere altrui.

Ciò si deve però intendere de' tuoi familiari ed emuli nella

pietà e nel desiderio di perfezione. Perché, in quanto a quelli

che chiamano male il bene e bene il male e passano il loro

tempo a scrutare e a giudicare le parole e i fatti altrui invece

di correggere i loro propri i difetti, tu non devi seguire il loro

giudizio nelle cose spirituali.

Ma nelle cose materiali fa ordinariamente la volontà degli

altri, quale che sia.

Qualche volta, quando Iddio ti ispirerà di fare qualcosa per la

gloria Sua, per la tua santificazione o per il bene del

prossimo, ti si opporranno difficoltà, forse insuperabili. Sia

che la difficoltà provenga da' tuoi superiori, o da' tuoi eguali,

o da' tuoi inferiori, non ti trattenere a contendere. Rientra in

te stesso e quivi, raccolto col tuo Dio, va via via ripetendo:


Signore, mi si fa violenza, rispondete per me

(Is. XXXVIII).

Non ti rattristare punto di queste difficoltà: Dio non le

avrebbe permesse se, alla fin fine, non dovessero essere utili

a te e agli altri. Anzi ti posso assicurare che, sebbene tu non

lo veda oggi, più tardi capirai che cadesti ostacoli apparenti ti

avranno in realtà giovato ad ottenere il tuo intento. Quanti

esempi, tratti dalla Sacra Scrittura, ti potrei citare, quello di

16

Giuseppe in particolare, se non mi fossi imposto la brevità ad

ogni costo! Ma credi alla mia esperienza che è così.

Altre volte sembrerà che Dio stesso frustri i tuoi sforzi con la

malattia o con qualche altro avvenimento. Non te ne

contristare in nessun modo, ricevi tutto con un'anima uguale

e confida interamente in Colui che conosce meglio di te

quello che ti è utile e non cessa di attirarti a Lui, forse a tua

insaputa, se tu ti abbandoni senza riserva.

Usa dunque ogni tua cura per restar padrone di te stesso nella

pace e nella tranquillità del cuore. Nessun avvenimento ti

affligga, tranne i tuoi peccati e quelli degli altri o le occasioni

di peccato. Nessun accidente ti renda triste.

Non ti lasciar trasportare dallo sdegno contro le colpe del

prossimo. Di tutti abbi pietà e compassione ricordandoti

sempre che tu stesso cadresti più basso ancora, se Gesù

Cristo non ti sostenesse colla Sua grazia.


Mortificazione dell'amor proprio



Inoltre tieniti pronto a sopportare per amore di Gesù tutti gli

obbrobri, tutte le pene, tutte le avversità.

Il più piccolo desiderio di grandezza, sotto qualsiasi pretesto

L'Oasi di Engaddi

8


di carità, faccia capolino, è la testa del dragone infernale:

bisogna subito schiacciarla con la croce, richiamandoti alla

memoria l'umiltà e la crudele Passione di Gesù, che fuggì la

regia dignità per abbracciare liberamente la Croce e la sua

ignominia (3).

Fuggi, abbi in orrore, come un veleno mortale, ogni umana

lode. Se sei disprezzato, rallegrati e sii intimamente convinto

di meritare il vilipendio e le ingiurie di tutti.

Non perdere mai di vista i tuoi difetti né i tuoi peccati; non

temere d'ingrandirli ai tuoi occhi. In quanto ai difetti del

prossimo, gettali dietro le spalle per nasconderli a te stesso.

17

Che se tu sei forzato a vederli, guarderai di attenuarli, di

scusarli misericordiosamente, e procurerai di recar soccorso

ai tuoi fratelli (4).

Distogli gli occhi dell'anima e del corpo dal guardare il

prossimo, affinché tu possa considerare te stesso nel lume del

volto di Dio. Sì, guarda continuamente te stesso e giudicati

sempre lealmente.

Esamina ciascuno de' tuoi atti, delle tue parole, de' tuoi

pensieri per trovarvi materia di compunzione, perché anche

le tue buone azioni sono lontane dall'essere perfette e pervase

del fervore necessario; la negligenza le guasta e la tua

giustizia può giustamente paragonarsi ad uno straccio

immondo.

Riprendi dunque continuamente te stesso. Non lasciar

passare senza un biasimo severo né le tue negligenze in

parole e in opere, né tampoco i tuoi pensieri, non dico cattivi,

ma anche solamente inutili. Esercita codesta rigorosa

sorveglianza ad ogni ora nel cospetto del tuo Dio (5).


Umiltà riguardo a Dio



A cagione dei tuoi difetti, ritieniti, davanti a Dio, per vile e

miserabile più di qualsivoglia peccatore, reo di qualsiasi

peccato; come degno d'essere punito ed escluso dalle celesti

delizie, se Dio ti trattasse secondo la sua giustizia e non

secondo la sua misericordia, poiché Egli ti fece tante grazie,

più che a molti altri, e tu hai corrisposto con l'ingratitudine.

Inoltre considera attentamente e con un vivo senso di

spavento che qualsiasi grazia, inclinazione al bene e

desiderio della virtù, non l'hai avuto da te stesso, ma dalla

sola misericordia di Cristo, che avrebbe potuto arricchire di

questi favori qualunque altro peccatore, e lasciare te

nell'abisso della tua ignominia e della tua miseria.

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Umiltà riguardo al prossimo



Pensa ancora e procura di persuaderti che non vi è un

peccatore così carico di difetti che non servirebbe Dio meglio

di te e non si mostrerebbe più riconoscente dei benefizi

divini, se avesse ricevuto le medesime grazie che ricevesti tu,

non per i tuoi meriti ma per la bontà affatto gratuita di Dio.

L'Oasi di Engaddi

9


Per ciò puoi bene considerarti come il più vile e il più basso

degli uomini e temere con ragione che la tua ingratitudine

spinga Iddio a cacciarti dalla sua presenza (6).

Con ciò non voglio dire che tu debba crederti fuori della

grazia di Dio e in stato di peccato mortale, sia pure che altri

siano colpevoli di peccati mortali senza numero. Ciò del

resto ci è ignoto, perché il nostro giudizio è fallace e Dio può

ben aver loro concesso tutt'a un tratto la contrizione del cuore

e un' effusione della sua grazia.

Quando la tua umiltà ti paragonerà agli altri peccatori, non è

utile che tu discenda ai loro disordini in particolare. Basta un

confronto generale tra i loro peccati e la tua ingratitudine.

Qualora volessi considerarli in particolare, potresti benissimo

farne, per una certa rassomiglianza, dei peccati personali,

apostrofando così la tua coscienza: quegli è un omicida… ed

io, miserabile, quante volte non ho ucciso l'anima mia!

Questi è fornicatore e adultero… ed io non lo sono tutto il

giorno, distogliendo la mia attenzione da Dio e cedendo alle

suggestioni diaboliche? E così via via degli altri.

Ma se osservassi che il diavolo approfitta di quest'esercizio

per indurti alla disperazione, lascia queste apostrofi e solleva

il tuo cuore alla speranza, nella contemplazione della bontà e

della clemenza del tuo Dio, che già ti prevenne con tante

grazie e certo vorrà portare a compimento l'opera che ha

cominciato in te.

19

Di regola ordinaria l'uomo spirituale, che ha già qualche

esperienza di Dio, non prova questa tentazione di

disperazione quando nel suo fervore accusa se stesso. Ma ciò

può succedere e, di fatto, succede spesso ai principianti,

specialmente a quelli che la misericordia di Dio ha liberati da

molti pericoli e grandi peccati in cui si trovavano inviluppati.

20

CAPO IV.


E
FFETTI DELLA PUREZZA DI CUORE

Unione divina per mezzo della contemplazione



La pratica di questi consigli farà nascere in te la madre e la

custode d'ogni virtù, l'umiltà, la quale, a sua volta, ti renderà

capace della contemplazione divina purificando il tuo cuore

da ogni pensiero superfluo.

Infatti, quando l'uomo si ripiega sopra la propria bassezza, si

disprezza, si riprende, si detesta, considera il suo nulla e

giunge a dispiacere profondamente a se stesso; allora si

occupa così bene degli affari dell'anima sua che ogni altro

pensiero inutile si dilegua. Tutto quello che altre volte ha

potuto vedere e udire, tutto quello che è temporale, egli lo

elimina, lo dimentica. Comincia a ritornare in se stesso e a

ripiegarsi sopra di sé in modo così ammirabile da avvicinarsi

alla giustizia originale e alla purezza celeste. Nel medesimo

tempo le potenze contemplative dell'anima sua si sviluppano

L'Oasi di Engaddi

10


ed egli mediante un'ascensione misteriosa si eleva fino alla

contemplazione degli angeli e della divinità, contemplazione

che l'infiamma del desiderio dei beni celesti e gli fa

riguardare le cose della terra molto da lontano, come un

nulla.

In questo modo ben presto s'accende la carità, fuoco ardente

che consuma la ruggine dei vizi e riempie talmente il cuore

da non lasciarvi più posto per la vanità. Quind'innanzi ogni

pensiero, ogni parola, ogni azione procedono dall'amore.


Ammirabile sicurezza



Allora l'uomo può predicare agli altri con ogni sicurezza,

senza detrimento per se stesso, senza pericolo di vanagloria.

21

Perché, ancora una volta, la vanità non può penetrare in un

cuore totalmente occupato dalla carità.

Potrebbe occuparsi di qualche interesse corporale, lui che

riguarda le cose temporali come fango? Potrebbe il desiderio

della lode insinuarsi nel suo cuore, quando dinanzi a Dio si

considera come un vile mondezzaio, come un miserabile

degno d'abominazione e che cadrebbe nei peggiori disordini,

se la misericordiosa potenza di Dio non lo sostenesse

incessantemente?

Come potrebbe inorgoglirsi d'alcuna buona opera quando

vede più chiaro della luce del mezzogiorno ch'egli non può

assolutamente far nulla, se ad ogni istante non è spinto e

come costretto dalla virtù divina?

Come potrebbe attribuirsi alcuna cosa come proveniente da

se stesso quando, non cento ma mille volte, ha sperimentato

la sua impotenza in ogni opera, grande e piccola; quando così

spesso non ha potuto fare il bene che voleva, quando tante

altre volte, senza volerlo -per così dire- e quasi senza

pensarci, ha sentito la grazia di Dio che lo trasportava con un

ammirabile fervore e gli faceva fare quello che oltrepassava

le sue forze?

Infatti, se Iddio permette che rimaniamo così a lungo in

questa nostra impotenza, è perché impariamo ad umiliarci, a

non gloriarci mai in noi stessi, ma a riferire ogni bene a Dio,

non solo come per uso, ma nella sincerità del nostro cuore.

Ciò è facile a colui che è ammaestrato dall'esperienza e vede

più chiaro della luce meridiana ch'egli è incapace non solo di

fare un'opera buona, ma anche di pronunziare il nome di

Gesù, se non per la virtù dello Spirito Santo e per la grazia di

Colui che disse:

Senza di Me, non potete far nulla.

Questo pensiero ti faccia lodare Iddio con tutta l'anima tua,

dicendo:

Siete voi, o Signore, che avete operato in noi tutte le

22


opere nostre

(Is. XXVI), e col salmista: Non a noi, o

Signore, non a noi, ma solo date gloria al vostro nome

.

Non vi è dunque motivo di temere la vanagloria per colui che

è già pienamente occupato della vera gloria di Dio e dello

L'Oasi di Engaddi

11


zelo delle anime.


Conclusione



Fin qui ho tracciato un rapido schizzo delle virtù interiori

necessarie a chi vuole utilmente e senza pericolo procurare la

salute dell'anima sua. Questo potrebbe bastare a un uomo

illuminato, di alta intelligenza e che possedesse una lunga

esperienza della vita interiore, perché gli sarebbe agevole

riallacciare ciascuno dei suoi esercizi a questi tre principii

della vita spirituale perfetta: la povertà volontaria, il silenzio,

l'intima purezza del cuore. La loro pratica gli insegnerebbe

facilmente come occorra applicarsi agli altri esercizi. Ma

siccome non tutti sono in grado d'intendere facilmente un

breve sunto, perciò insisteremo più a lungo sugli atti

particolari delle virtù.

23


PARTE SECONDA

La pratica della vita spirituale



CAPO I.


I
L DIRETTORE DELLA COSCIENZA

È da sapere che chi ha un direttore al quale obbedisce senza

riserva in tutte le cose, piccole e grandi, giungerà alla

perfezione molto più facilmente e più presto di quello che

potrebbe fare da solo, anche con un'intelligenza

perspicacissima e con libri dotti in materia spirituale.

Anzi, Gesù Cristo non concederà mai la sua grazia, senza la

quale non possiamo far nulla, a colui che, avendo a sua

disposizione un uomo capace di istruirlo e di dirigerlo,

trascura questo soccorso, persuaso di bastare a se stesso e di

poter trovare da solo quello che gli è utile alla salute. Perché

la via dell'obbedienza è la via regia che conduce sicuramente

gli uomini alla cima di quella scala misteriosa a cui il

Signore pareva appoggiato.

Essa è la via che seguirono tutti i Padri del deserto e, in

generale, tutti quelli che giunsero alla perfezione, salvo che

per una grazia speciale Dio non abbia direttamente istruito

certe persone che non avevano potuto trovare direttore. In

questo caso la bontà di Dio supplisce all'assenza totale di

soccorsi esterni, purché si faccia ricorso a Lui con un cuore

umile e fervente.

Ma è difficile trovare un buon direttore, purtroppo!

In questi tempi disgraziati quasi nessuno è capace

d'insegnare la perfezione. Peggio ancora, se alcuno vuol darsi

24

a Dio, trova molti che ne lo ritraggono, e quasi nessuno che

lo aiuti (7). In tal caso ricorri a Dio con tutto il tuo cuore e

domandagli con preghiere insistenti ed umili che t'istruisca.

Gettati nelle sue braccia, abbandonati a Lui, come un orfano.

Egli ti accoglierà con bontà, perché non vuole la morte di

nessuno, ma che ciascuno giunga alla cognizione della verità.

25

L'Oasi di Engaddi

12


CAPO II.


L'
UBBIDIENZA

Mi rivolgo pertanto a te, che desideri ardentemente di trovare

Dio e aspiri alla perfezione, per essere più utile alle anime. A

te parlo, che t'accosti a Dio con semplicità di cuore, senza

doppiezza, che vuoi praticare a fondo la virtù e per la via

dell'umiltà giungere alla gloria della maestà!

Dopo aver già posto, come fondamenti principali dell'edifizio

spirituale, la povertà e il silenzio, l'atleta di Gesù Cristo si

cinga i reni e si tenga pronto a seguire in tutto e per tutto la

via dell'ubbidienza, irremovibilmente (8).

Osservi la regola, le costituzioni, le rubriche dell'ordinario e

degli altri libri, dovunque, sempre, dentro, fuori, nel

refettorio, nel dormitorio, nel coro, in quanto alle inclinazioni

e prostrazioni, alzandosi e stando in piedi; in quanto a tutti

questi atti si studi di osservare alla lettera tutti gli ordini dei

superiori e di tenere sempre presente la parola di Gesù:

"Chi

ascolta voi, ascolta me; chi disprezza voi, disprezza me".



26

CAPO III.


C
ONDOTTA CHE SI DEVE TENERE NELLA MORTIFICAZIONE

DEL MANGIARE E DEL BERE


Assoluta necessità della mortificazione



Poi l'atleta di Cristo si adoperi ad adattare totalmente il suo

corpo al servizio di Gesù Cristo e a regolare tutti i suoi atti e

movimenti esterni secondo la decenza e la disciplina

regolare.

Ti sarebbe infatti impossibile reprimere le ribellioni interne

dell'anima, se non avessi prima ridotto il corpo a una

disciplina che gli vieti non solo ogni atto, ma anche ogni

moto disdicevole e sconveniente.

In quest'opera dell'adattamento del corpo al servizio di

Cristo, hai da insistere anzitutto contro la gola. Perché, se

non sei padrone di questo vizio, non potrai acquistare

nessun'altra virtù.

Fa dunque ciò che ti dirò.


Regole generali



Anzitutto non ti procurare nessuna vivanda speciale, ma sii

contento di ciò che si passa alla comunità. Se persone

secolari ti offrono ghiottonerie per tuo uso personale, non le

accettare in conto alcuno; se vogliono darle al convento, lo

facciano alla buon'ora.

Non accettare alcun invito fuori del refettorio ma, assiduo al

refettorio conventuale, osserva tutti i digiuni dell'Ordine

secondo le forze che Dio ti ha dato.

Se cadi malato, lasciati usare le cure necessarie, senza nulla

procurarti da te stesso, ma accettando con riconoscenza

quello che ti è offerto.

27

Per evitare ogni eccesso nel mangiare e nel bere, esamina

L'Oasi di Engaddi

13


con attenzione quello che esige il tuo temperamento e sappi

quello che ti è necessario e quello che è superfluo. Ma di

regola generale mangia tanto pane quanto ne hai bisogno,

specialmente in tempo di digiuno, e diffida del demonio

quando ti spinge a fare astinenza nel pane.

Distinguerai poi il necessario dal superfluo a questo segno:

nel tempo in cui ti è permesso di fare due pasti, se dopo Nona

ti sentirai aggravato a tal punto da non poter pregare, leggere

o scrivere, ciò ordinariamente avviene perché hai commesso

qualche eccesso.

Così parimenti se proverai la medesima gravezza dopo il

Mattutino, quando hai cenato, o dopo la Compieta quando

digiuni.

Mangia dunque del pane a sufficienza, ma in modo che dopo

la refezione tu possa leggere, scrivere o pregare. Se però in

queste ore ti sentissi meno disposto che in altre, non te ne

turbare; ciò non è segno che tu abbia oltrepassato la misura,

purché non senta quel gravame di cui si è parlato.

Procura dunque di sapere quello che basta alla tua

costituzione fisica secondo il metodo che ora t'ho indicato o

qualche altro che t'ispirerà il Signore che, tu devi pregare

instantemente. Poi abbi gran cura di osservare sempre questa

misura e di sorvegliare sempre quello che mangi a tavola. Se

mai trascorri a qualche eccesso, non lo lasciar passare senza

una condegna penitenza.

In quanto al bere, non saprei qual regola darti, se non che ti

restringa a poco a poco, bevendo ogni giorno un po' meno,

non però a tal punto da provare giorno e notte una sete

eccessiva.

28

In particolare, quando mangi minestra brodosa, puoi più

facilmente privarti del bere e non permetterti che

l'indispensabile.

Non bere mai fuori di pasto, se non alla sera in tempo di

digiuno e ancora con molta temperanza, oppure dopo un

viaggio o una straordinaria fatica.

Il vino poi lo berrai talmente annacquato che non abbia più la

sua forza; e se fosse generoso… acqua fino a metà o più! E

fa così, più o meno, secondo Signore t'ispirerà.


Prima del pasto



Al segnale del campanello, lavati le mani con gravità e

asciugati nel chiostro: poi, al secondo segnale, entra in

refettorio, e, senza risparmiarti, benedici il Signore cantando

con tutte le tue forze, pur serbando la modestia esterna. Poi

prendi il tuo posto e pensa che stai per mangiare i peccati del

popolo.

Disponi il tuo cuore per giovarti della lettura che si fa

durante la mensa o, se non si legge, a meditare qualche pio

pensiero, per non mangiare con tutto te stesso.

Mentre il corpo prende la sua refezione, anche l'anima abbia

L'Oasi di Engaddi

14


il suo nutrimento.


Durante il pasto



A tavola, componiti decentemente gli abiti, raccogliendoti la

cappa sulle ginocchia. Fa con te stesso un patto stretto di non

guardare mai i tuoi vicini di tavola, ma di vedere solamente

ciò che viene somministrato a te.

Appena seduto non ti precipitare per servirti. Rimani

tranquillo per un momento, almeno per il tempo di dire un


Pater

e un' Ave per le anime più bisognose del Purgatorio.

29

Imponiti, come regola generale, di osservare una certa

modestia nei tuoi movimenti e nel tuo atteggiamento.

Se ti sta davanti del pane fresco e del pane duro, del bianco e

di qualità inferiore, scegli il più vicino, e preferisci ancora

quello che lusingherà meno la tua sensualità.

Non chiedere mai nulla per te, ma permetti che lo domandino

i vicini. Se non lo domandano, abbi pazienza.

Non appoggiare i gomiti sulla tavola, ma solo le mani. Non

tenere le gambe divaricate, né l'una su l'altra.

Non ricevere doppia porzione né qualsiasi vivanda che non

fosse servita agli altri, foss'anche mandata dal Priore, ma

lasciala tra i resti oppure nel piatto.

Ricordati che è pratica gradita a Dio il lasciar sempre un po'

di minestra nella scodella per Cristo nella persona dei poveri.

Fa altrettanto per il pane. Lasciagli i pezzi migliori e mangia

gli altri. E non t'inquietare se la tua carità eccita qualche

mormorazione, purché il tuo Prelato te lo permetta.

In generale, di tutto ciò che mangi serbane un poco a Cristo

povero, e sempre ciò che vi sarà di meglio. Vi sono di quelli

che danno a Cristo solo i rifiuti, come agli animali immondi.

Se una sola portata ti basta per poter mangiare del pane a

sufficienza, lascia l'altra per Cristo.

Se Dio ti dà grazia, puoi praticare bellissimi atti di penitenza

tanto graditi a Dio quanto ignorati dagli uomini. Se un

alimento è insipido per difetto di sale o per altra causa, non

aggiungervi né sale né condimento, in memoria di Gesù

abbeverato di fiele e d'aceto. Resisti alla tua sensualità.

Tutte quelle salse che non servono ad altro che solleticare la

gola, lasciale senza fartene accorgere; così quei buoni

bocconi che a volte ti si offrono alla fine della mensa: il

formaggio, la frutta, il vino prelibato, i liquori, lasciali per

amore di Dio. Nulla di tutto ciò è indispensabile alla salute,

30

anzi ciò è spesso nocivo: quello che lusinga il gusto non

sempre fa bene.

Se fai queste penitenze per amore del Signore Gesù, non

dubito che ti prepari una deliziosa refezione di dolcezze

spirituali, dolcezze ch'Egli ti farà trovare anche negli altri

alimenti di cui ti sarai contentato per Lui.

Se vuoi renderti facile qualsiasi astinenza, andando a tavola,

L'Oasi di Engaddi

15


pensa che i tuoi peccati ti obbligano a digiunare in pane ed

acqua, che il solo tuo cibo deve essere il pane e che non

prendi il resto se non per poter meglio mandar giù il pane.

Questo pensiero ti renderà delizioso tutto ciò che aggiungerai

al pane.

Vi sono molte pratiche simili che io non posso indicarti, ma

che Gesù ti ispirerà, se Lo preghi con fervore e se riponi in

Lui tutta la tua speranza. Chi potrebbe dire le innumerevoli

industrie divine nella santificazione dell'anima tua?

Non essere di coloro che non finiscono mai di mangiare.

All'opposto, appena potrai, cessa di mangiare per essere più

attento alla lettura.


Dopo il pasto



Alzandoti da tavola ringrazia di tutto cuore Iddio, che ti ha

fatto parte dei suoi doni e ti ha dato forza per trionfare della

tua sensualità. Non risparmiare la tua voce: ma, con tutto il

tuo potere, rendi grazie al distributore di tutti i beni.

Mio caro fratello, pensa quanti poveri crederebbero di fare un

pasto delizioso se avessero solo il pane che Dio ti ha dato

colle altre vivande! Non dimenticare che è Cristo che ti ha

dato tutto, anzi, che Egli stesso t'ha servito a mensa. E vedi

con quale ritenutezza, con quale rispetto, con quale gravità e

con quale timore devi prendere un pasto che Dio ti serve in

persona.

31

Come saresti felice se arrivassi a vedere queste cose cogli

occhi dell'anima tua! Vedresti Cristo e la moltitudine dei

Santi percorrere il refettorio.


Per perseverare



Se vuoi perseverare a lungo in queste pratiche di sobrietà e

d'astinenza, mantieniti saldo nel timore, riconosci che tutto

viene da Dio e domandagli la perseveranza.

Per non cadere, bada a non giudicare nessuno e a non

sdegnarti né scandalizzarti se qualcuno oltrepassa la misura

nel mangiare, ma eccita nel tuo cuore una compassione

sincera, prega per loro, scusali, per quanto è possibile,

ricordando che né tu né essi potete nulla se non per la forza

di Cristo, che distribuisce le Sue grazie non secondo i nostri

meriti, ma secondo il suo beneplacito.

Questi pensieri ti renderanno incrollabile.

Perché mai vi sono tanti che, dopo essersi lanciati

coraggiosamente nella pratica dell'astinenza e delle altre

virtù, si lasciano poi abbattere dalla stanchezza del corpo e

dalla tiepidezza dell'anima? Unicamente a cagione del loro

orgoglio e della loro presunzione. Presumendo troppo di se

stessi, si sdegnano contro gli altri e li giudicano nel loro

cuore: così Dio sottrae loro la sua grazia ed essi cadono nella

tiepidezza, oppure eccedono i giusti limiti della discrezione e

contraggono qualche malattia. Allora oltrepassano la misura

in senso contrario: troppo occupati dalla cura di ristabilirsi in

L'Oasi di Engaddi

16


salute, diventano molto più golosi di quelli ch'essi

condannavano, com'io stesso ne vidi parecchi.

Infatti accade comunemente che Dio lasci cadere colui che

condanna suo fratello nella medesima colpa e qualche volta

anche in una colpa più grave (9).

32


Servi

dunque Iddio con timore (Ps. XXVII), e se provi

orgoglio al pensiero dei benefizi dell'Altissimo, armati contro

te stesso di riprensioni e di sdegno,

affinché il Signore non si

adiri contro di te e non ti allontani dalla via della giustizia



(
Ps. XI).

Tal è il modo, gradito a Dio, di combattere la gola. Pochi

l'osservano: gli uni per eccesso e gli altri perché non tengono

conto delle circostanze.

33

CAPO IV.


C
ONDOTTA CHE SI DEVE TENERE NELLA MORTIFICAZIONE

DEL SONNO



Poi applicati a una cosa che è molto difficile: regolare il

sonno e le veglie secondo la discrezione.


La discrezione necessaria



Nota che due eccessi specialmente sono pericolosi per il

corpo e conseguentemente per l'anima: un'astinenza

esagerata e veglie disordinate.

Qui, più che nell'esercizio delle altre virtù, si ha da temere

l'eccesso. Perciò il demonio si vale di quest'astuzia: se vede

uno pieno di fervore, gli suggerisce di lanciarsi in astinenze e

veglie prolungate che lo ridurranno a un'estrema debolezza,

lo renderanno malato e buono a nulla e, come ho detto,

l'obbligheranno poi a mangiare e a dormire più degli altri.

Memore delle malattie ch'esse gli procurarono, questi non

oserà più riprendere né le sue veglie, né le sue astinenze.

D'altra parte il diavolo gli suggerirà: «

Non far penitenza:

dimentichi forse che la penitenza ti fece ammalare?

». Mentre

non erano punto l'astinenza né le veglie che l'avevano fatto

cadere malato, ma la sua indiscrezione nella pratica della

penitenza.

Un principiante senza esperienza non sa riconoscere i sofismi

del diavolo che lo spinge agli eccessi da due parti. Infatti,

sotto pretesto di portarlo al bene, gli dice: «

Quanti peccati

hai commesso! Come potrai espiarli?

» Oppure, se non ha

gravi colpe da rimproverarsi, gli dice: «
Vedi tutto quello che

hanno voluto soffrire i martiri e gli eremiti?

».

34


Ubbidienza e umiltà



Poiché questi pensieri hanno l'apparenza del bene, il

semplicione crede ch'essi non possano venire se non da

Dio… e Dio permette ch'egli s'inganni, soprattutto perché

non ha abbastanza umiltà e diffidenza di se stesso per pregare

Dio con fervore, affinché lo illumini e lo diriga in assenza di

L'Oasi di Engaddi

17


una guida capace. Infatti chi vive sotto la santa obbedienza e

si attiene alle sue prescrizioni è al sicuro da queste illusioni,

anche se per un caso straordinario il suo padre spirituale

sbagliasse. A cagione della sua umiltà e della sua obbedienza

Dio fa volgere ogni cosa a suo vantaggio, come sarebbe

facile dimostrare con molti esempi (10).


Alcune pratiche



Ecco pertanto quello che potrai fare per il sonno e per le

veglie.

Nell'estate, dopo il pasto del mezzogiorno, quando la

campana ha dato il segnale del silenzio, prendi un po' di

riposo. Quei momenti sono meno favorevoli agli esercizi di

pietà e codesto riposo ti permetterà di prolungare la tua

veglia notturna.

Di regola generale, ogni volta che ti disponi a dormire, abbi

cura di meditare qualche salmo o qualche pensiero spirituale

in cui il sonno ti sorprenderà e che ti ritornerà

all'immaginazione.

Alla sera, ordinariamente, veglia poco: quelli che vegliano

alla sera mancano di attenzione e di devozione all'uffizio del

Mattutino; sono sonnolenti, pesanti, senza fervore. Qualche

volta perfino mancano all'uffizio (11).

Fissati dunque alcune brevi preghiere, letture o meditazioni

da fare alla sera prima di addormentarti. Se la tua devozione

vi ti porta, puoi occuparti dei patimenti che Gesù soffrì

35

durante la sua Passione in quell'ora, e così in tutte le altre

ore, secondo il metodo di San Bernardo (12) o secondo che

lo Spirito di Dio t'ispirerà; giacché non tutti hanno la

medesima devozione, trovandosi uno più portato alla pietà

per una cosa, un altro per un'altra. A taluni basta

abitare con

semplicità dentro i forami della pietra

(Cant. II, 14) ma,

qualunque sia la tua superiorità d'ingegno, non trascurare

nulla di ciò che può eccitare la tua devozione.

Nella notte, al primo segnale, scuoti ogni pigrizia e balza

subito dal letto come se esso fosse in fiamme. Mettiti in

ginocchio e fa' salire dal tuo cuore una fervida preghiera,

almeno un'

Ave Maria o qualsiasi altra preghiera capace

d'infiammare il tuo cuore.

E qui nota che ti sarà assai più facile alzarti senza mollezza, e

anche con una certa alacrità, se ti corichi vestito e dormi sul

duro. Un servo di Dio deve fuggire ogni mollezza nel letto,

senza però oltrepassare i limiti della discrezione. Abbi un

pagliericcio, che ti riuscirà tanto più gradito quanto più sarà

duro. Per proteggerti contro il freddo prendi una o due

coperte secondo la stagione e i tuoi bisogni. Il tuo capezzale

sia un sacco pieno di paglia, non guanciali pieni di piume!

Sarebbe una mollezza, come certe altre consuetudini per

nulla necessarie. Dormi interamente vestito come durante il

giorno e contentati di toglierti le scarpe e di slacciarti la

L'Oasi di Engaddi

18


cintola. Tuttavia, nei grandi calori estivi, puoi deporre la

cappa e conservare solo lo scapolare: se dormi così, ti alzerai

senza difficoltà ed anche con gioia e sveltezza.

36

CAPO V.


C
ONDOTTA CHE SI DEVE TENERE NELLO STUDIO

Riconduci a Cristo le tue letture e i tuoi studi, di cui Gli

parlerai e di cui Gli chiederai l'intelligenza.

Durante lo studio, fermati frequentemente. Per un istante

raccogliti e nasconditi nelle Piaghe di Gesù. Poi riprendi lo

studio. Di quando in quando inginocchiati e lancia al Cielo

una breve e ardente preghiera. Oppure esci dalla cella,

vattene in chiesa, nel chiostro, nel capitolo, là dove lo Spirito

Santo ti porterà: con una preghiera vocale o semplicemente

con gemiti e ardenti sospiri del cuore implora il soccorso

divino, presenta all'Altissimo i tuoi voti e i tuoi desideri,

invoca i Santi in tuo aiuto. Questi slanci si possono produrre

senza il soccorso di salmi né d'alcuna preghiera vocale.

Qualche volta, all'opposto, sorgono da un versetto di salmo,

da un passo della Sacra Scrittura o da qualche libro

spirituale. Altre volte, per la grazia di Dio, sono il frutto dei

nostri proprii pensieri e dei nostri desideri.

Questo fervore d'anima è ordinariamente rapido. Quando

sarà passato, richiama al pensiero quello che stavi studiando:

allora ne avrai un'intelligenza più chiara. Poi ritorna allo

studio o alla lettura, e di nuovo alla preghiera, combinando i

due esercizi. Con questa alternativa avrai e il cuore più

fervoroso nella preghiera e la mente più illuminata nello

studio. Questo fervore della devozione dopo lo studio si può

provare in qualsiasi ora, secondo che si degna di concederlo

Quegli la cui libera volontà dispone soavemente ogni cosa.

Nondimeno, di solito, esso si impadronisce più

completamente dell'anima dopo il Mattutino. Bisogna perciò

vegliar poco alla sera e riservare, per lo studio e per la

preghiera delle ore mattutine, tutta la forza dell'anima.

37

CAPO VI.


C
ONDOTTA CHE SI DEVE TENERE NELLA PREGHIERA

LITURGICA



Durante l'Uffizio della Vergine tieniti alla porta della tua

cella, in piedi, senza appoggiarti. Recitalo con voce chiara,

con la mente attenta, con il cuore lieto, come se vedessi coi

tuoi occhi la Vergine gloriosa.

Terminato quest'Uffizio, va in chiesa o in coro, là dove

troverai maggiore è devozione. Ma, quando vai o vieni nel

convento, fa molto attenzione a non rimanere con la mente

vuota. Medita i salmi o qualche pensiero spirituale. Puoi

anche, prima dell'Uffizio, recarti in coro e prepararti con una

pia meditazione a una recita più attenta e più fervorosa.


In Coro

L'Oasi di Engaddi

19


Dato l'ultimo segno del Mattutino e fatte le prostrazioni o

inclinazioni, salmeggia in piedi, senza appoggiarti, con il

cuore e con il corpo virilmente disposti dinanzi al tuo Dio.

Canta lietamente le sue lodi in compagnia degli Angeli

certamente presenti e che bisogna riverire incessantemente

durante l'Uffizio, perché contemplano in cielo la faccia del

Padre Onnipotente, che noi non vediamo ancora se non

come

in uno specchio in modo scuro

.

Non risparmiare la tua voce, serbando però la necessaria

discrezione. Non omettere un jota né dei salmi, né dei

versetti, né delle lezioni, né del canto.

Se non puoi fornire tanta voce quanto gli altri, canta lo

stesso, a voce più bassa.

Se è possibile, abbi un libro per cantare i salmi e gli inni.

Mentre hai la mente occupata dei salmi e delle altre

preghiere, per attingervi consolazioni spirituali, abbi cura di

38

non lasciar apparire di fuori, nel tuo atteggiamento o nella

tua voce, nulla che tradisca leggerezza. Allora specialmente.

devi restar grave e padrone di te stesso, perché la gioia

spirituale degenera presto in una specie di leggerezza, se la

discrezione non continua a governare i moti esterni.

Ci vorranno tutti i tuoi sforzi per

salmeggiare con la mente e

con il cuore

, perché non è una piccola impresa, specialmente

per il principiante ancora malfermo in Dio, il preservarsi

dalle distrazioni durante la salmodia.

Occupa sempre il tuo posto in Coro, ordinariamente il

medesimo, salvo che per un caso straordinario tu non lo

debba cedere a un nuovo venuto.


Modestia in Coro



Se in Coro prevedi qualche difetto, procura di prevenirlo o

per te stesso o per altri. Sarebbe cosa gradita a Dio lo

studiare alla vigilia le rubriche e il canto del giorno dopo e

prepararti a impedire ogni sbaglio e ogni negligenza.

Evita però d'immischiarti nelle discussioni che possono

sorgere in Coro circa la salmodia e il canto, anche se sapessi

con certezza quello che bisogna fare. A volte si sollevano

gran discussioni per minuzie. Sarebbe minor male sbagliare

che il discutere tanto. Tuttavia, se con una parola è possibile

correggere un errore, la devi dire, specialmente se sei uno dei

correttori del Coro. Ma se ti senti agitato dall'impazienza, è

meglio che ti applichi a reprimere la tua agitazione interna.

Se qualcuno fa degli sbagli nella lettura, nel canto o in altro

modo, guardati dal mormorare o dal correggerlo. Questa

correzione è una forma d'orgoglio. Qualsiasi sia lo sbaglio,

non fare neppure un cenno; ciò sarebbe segno di un'anima

gonfia d'orgoglio.

39

Evita di guardare da una parte e dall'altra, e di sorvegliare il

contegno dei tuoi vicini. Gli occhi devono stare bassi, a terra

L'Oasi di Engaddi

20


o sollevati al cielo o chiusi o fissi sul libro.

Sia stando in piedi che seduto, non tenere le mani sotto il

mento, ma sotto lo scapolare o sotto la cappa; né i piedi l'uno

sull'altro, né le gambe divaricate. Mantieniti in quella

modestia che esige la presenza di Dio. Il diavolo si serve

spesso di piccole miserie per distrarre dall'Uffizio certuni il

cui atteggiamento palesa una gran tiepidezza.

Vi sono molte altre cose che non è possibile esporre in

particolare; ma se hai l'umiltà e la carità perfetta, l'unzione

dello Spirito Santo ti insegnerà tutto.


Spirito di discrezione



Avverti però, o lettore, che, circostanze diverse, potendo far

apprezzare diversamente le medesime azioni, tu non devi

biasimare alcuno, se vedi fare altrimenti da quello che ora io

ti dico, per esempio se in Coro si corregge uno sbaglio…

poiché a un vecchio è permesso di fare una correzione.

Devi però ritenere che

ordinariamente il servo di Dio non

deve entrare in discussione. Tollerare con pazienza un errore

è minor male che disputare; tanto più in Coro, dove tali

discussioni produrrebbero scandalo e impedirebbero

l'attenzione e la pace interiore.

Lo stesso intendo quando dico che, in Coro, bisogna sempre

leggere o cantare, perché qualche volta può avvenire

nell'anima uno slancio di fervore che il canto soffocherebbe;

allora sarebbe meglio recitare l'Uffizio a bassa voce; almeno

se vi sono abbastanza coristi da soddisfare al Coro.

E così di molte altre cose circa le quali Dio ti istruirà, purché

tu aderisca a Lui con purezza e semplicità di cuore.

40

Tuttavia non devi credere a ispirazioni speciali e fare

altrimenti da quello che ho detto, se non quando una pratica

prolungata delle virtù ti avrà dato lo spirito di discrezione.

41

CAPO VII.


C
ONDOTTA CHE SI DEVE TENERE NELL'ESERCIZIO DEL

SANTO MINISTERO



Nelle prediche e nelle esortazioni (13), usa un parlare

semplice e familiare per spiegare in particolare quello che

bisogna fare. Per quanto è possibile appoggia la tua parola

con esempi, affinché il peccatore reo del medesimo peccato

si senta colpito come se tu predicassi per lui solo. Ma parla in

tal modo che apparisca che le tue parole sono il frutto non di

un'anima superba e irritata, ma delle viscere d'una carità

paterna.

Sii un padre che s'impietosisca dei suoi figli colpevoli,

gravemente malati, giacenti in una fossa profonda e ch'egli

vuol liberare.

Sii una madre che carezza i suoi figli. Riponi la tua gioia nei

progressi che meriteranno loro la gloria del Paradiso.

Così tu farai del bene ai tuoi uditori, dove che sarebbero poco

L'Oasi di Engaddi

21


commossi se tu non facessi altro che svolgere idee generali

sui vizi e sulle virtù.

Lo stesso dicasi per le confessioni: sia che abbi da

incoraggiare i timidi o da spaventare gli induriti, mostra a

tutti una carità profonda. Fa sì che il peccatore senta sempre

che la pura carità ispira le tue esortazioni. Perciò qualche

parola dolce deve sempre preparare un rimprovero.

Tu dunque, che vuoi essere utile alle anime, comincia col

ricorrere a Dio con tutto il tuo cuore, e domandagli con

semplicità che infonda in te la carità, che è la somma delle

virtù e il mezzo per compiere quello che desideri.

42

CAPO VIII.


C
ONDOTTA CHE SI DEVE TENERE IN CERTE TENTAZIONI

Per la gloria di nostro Signore Gesù Cristo ti indicherò i

rimedi contro alcune tentazioni spirituali che Dio permette

molto comunemente in questo tempo per la purificazione e

prova degli eletti. Esse non attaccano apertamente nessun

articolo principale della fede, ma l'uomo perspicace vede

subito che tendono a distruggere questi fondamenti della

nostra religione e preparano all'Anticristo la cattedra e il

trono. Non le esporrò minutamente per non essere occasione

di scandalo o di caduta a nessuno, ma ti dirò con quale

prudenza devi regolarti per trionfarne.

Queste tentazioni vengono da due lati: prima dalle

suggestioni e illusioni del demonio, che inganna l'uomo nelle

sue relazioni con Dio e in tutto ciò che si riferisce a Dio; poi

dalla dottrina corrotta e dai costumi di quelli che già sono

caduti in queste tentazioni.

Ti indicherò dunque quale deve essere la tua condotta

riguardo agli uomini, riguardo alla loro dottrina e al loro

modo di vivere.

§ I. - TENTAZIONI CHE VENGONO

DALLE SUGGESTIONI DIABOLICHE.

Ecco dunque i rimedi contro le tentazioni spirituali che il

diavolo eccita in alcune anime.


Non desiderare le grazie straordinarie



Primo rimedio. Quelli che vogliono vivere nella volontà di

Dio non devono desiderare di ottenere con l'orazione, con la

43

contemplazione o con altre opere di perfezione, visioni,

rivelazioni o sentimenti soprannaturali che eccedono lo stato

ordinario di quelli che hanno per Dio un timore e un amore

sincerissimo.

Un simile desiderio, infatti, non può venire che da un fondo

di orgoglio e di presunzione, da una curiosità vana riguardo a

Dio e da una fede troppo fragile.

La grazia di Dio abbandona l'anima presa da questo desiderio

e la lascia cadere in queste illusioni e in queste tentazioni del

demonio, che la finisce per sedurla con false visioni e con

L'Oasi di Engaddi

22


rivelazioni. È la tentazione più comune del nostro tempo.

Sappi che le vere rivelazioni e i veri godimenti spirituali dei

segreti di Dio non sono il frutto di questi desideri, come di

nessuno sforzo umano. Dio solo li dà all'anima

profondamente umile, che desidera ardentemente e

rispettosamente di conoscerlo. Sarebbe un commettere il

medesimo sbaglio l'esercitarsi nell'umiltà e nel timore di Dio

per ottenere visioni, rivelazioni e consolazioni spirituali.


Consolazioni spirituali e umiltà



Secondo rimedio. Quando preghi o contempli, non tollerare

mai nell'anima tua alcuna consolazione, sia pure minima, se

vedi ch'essa fondasi nella presunzione e nella stima di te

stesso, se t'induce a desiderare felicità e buona reputazione e

a crederti degno di lode e di gloria, in questo mondo o nelle

gioie del Paradiso.

L'anima che si prende piacere di simile consolazione cade in

parecchi errori funesti. Dio, per un giusto giudizio, permette

al demonio di accrescere queste consolazioni di rinnovarle e

di far nascere in quest'anima sentimenti falsissimi e

pericolosissimi, ch'ella prende per comunicazioni divine.

Ahi! Mio Dio! Quante anime ingannate da queste illusioni!

44

Tieni per certo che tal è la sorgente della maggior parte dei

rapimenti, o piuttosto dei furori dei precursori dell'

Anticristo.

Guardati, dunque, nell'orazione o nella contemplazione,

dall'accettare alcuna consolazione, se non viene dalla perfetta

cognizione e dal sentimento completo della tua bassezza e

imperfezione; sentimento e cognizione ch'essa deve

sviluppare.

In presenza della grandezza e sublimità di Dio lascia nascere

un rispetto profondo e un ardente desiderio del Suo onore e

della Sua gloria.


Visioni, fede e purezza



Terzo rimedio. Ogni sentimento, anche altissimo, ogni

visione, anche sublime, quando ti indispongono contro un

articolo di fede, contro i buoni costumi, specialmente contro

l'umiltà e la purezza, abbili in orrore: sono certamente opera

del demonio.

Quando pure la tua visione non ti ispiri nulla di simile e ti

rechi la certezza che viene da Dio e ti spinga a fare la volontà

divina, tuttavia non ti appoggiare sopra di essa.


Consigli dei visionari



Quarto rimedio. Qualunque sia la pietà, la santità di vita,

l'elevatezza d'intelligenza ed altre qualità d'una persona, non

seguire mai i suoi consigli e i suoi esempi, se hai ragione di

credere che i suoi consigli non sono secondo Dio o secondo

la prudenza cristiana e che non t'impegnerebbero nella via

tracciata da Gesù Cristo e dai Santi e rischiarata dalle sante

Scritture. Disprezzando i loro consigli, non avere alcun

L'Oasi di Engaddi

23


timore di cadere nell'orgoglio o nella presunzione; perché

agisci per zelo e per amore della verità.

45


Non frequentare i visionari



Quinto rimedio. Fuggi la compagnia e la familiarità di coloro

che seminano e divulgano queste tentazioni, come di coloro

che le difendono e le lodano. Non ascoltare né i loro racconti,

né le loro spiegazioni. Non cercar di vedere ciò che fanno.

Perché il demonio non mancherebbe di farti vedere, nelle

loro parole e nei loro gesti, dei segni di perfezione a cui forse

presteresti fede, per cadere e perderti con essi.

§ 2. – TENTAZIONI CHE VENGONO DALLE FALSE

DOTTRINE E DAI CATTIVI ESEMPI.

Ti verrò pure indicando i rimedi da usare contro dottrina ed

esempi di persone che propagano queste tentazioni.


Prudenza e discrezione nell'esame



Primo rimedio. Non far gran conto delle loro visioni, dei loro

sentimenti straordinari né delle loro estasi. Anzi, se ti dicono

qualche cosa contro la fede, la Sacra Scrittura o i buoni

costumi, abbine orrore: tutte queste visioni ed estasi sono

pure follie, frenesie diaboliche.

Ma se sono conformi alla fede, alla Sacra Scrittura, agli

esempi dei Santi e ai buoni costumi, non le disprezzare,

perché ti esporresti a disprezzare ciò che viene da Dio. Non

te ne fidare però senza riserva, perché spesso, specialmente

nelle tentazioni spirituali, il falso si nasconde sotto

l'apparenza del vero, il male sotto l'apparenza del bene. Il

demonio può così spandere il suo veleno mortale in un

maggior numero d'anime, senza diffidenza.

La condotta più gradita a Dio in queste occasioni, mi sembra,

è di non fermarsi punto a queste visioni, a queste estasi ed

46

altri fatti straordinari, nonostante la loro apparenza di bene e

di verità. Lasciali per quello che sono, salvo che non

accadano a persone d'una tale santità, d'una tale prudenza e

d'una tale umiltà da essere certo che non possano essere

sedotte dalle illusioni e dagli artifizi del diavolo.

Anche allora, quantunque sia bene rispettare le visioni e i

giudizi di tali persone, tu avrai la prudenza di prestare la tua

fiducia non tanto perché sono visioni, quanto perché sono

conformi alla fede cattolica, alla Sacra Scrittura, ai buoni

costumi e agli esempi dei Santi.


Riflessione e consiglio prima d'agire



Secondo rimedio. Se qualche rivelazione o movimento

straordinario ti spinge a compire un'opera, specialmente un'

opera importante che esce dalle tue abitudini e di cui ti

domandi se essa piacerà a Dio, prima di agire aspetta finché

tu abbia esaminato tutte le circostanze, particolarmente il

fine, e abbia la certezza di essere accetto a Dio.

Tuttavia non ne giudicare da te stesso ma, per quanto è

L'Oasi di Engaddi

24


possibile, seguendo le regole tratte dalla Sacra Scrittura e

dagli esempi dei Santi che possiamo imitare. Dico: esempi

che possiamo imitare, perché S. Gregorio ci insegna che

molti Santi fecero cose che non sono imitabili, per quanto

buone in se stesse. Basta aver per esse rispetto e

ammirazione. E se non arrivi a conoscere la volontà di Dio,

domanda a persone di vita e di dottrina sicura un consiglio

sincero.


Rallegrarsi di seguire la via ordinaria



Terzo rimedio. Se sei esente da queste tentazioni a tal punto

da non averle provate o se, avendole provate, ne hai

trionfato, solleva la tua mente e il tuo cuore a Dio per

47

riconoscere umilmente questo grande benefizio. Ringrazialo

spesso o piuttosto non cessar di ringraziarlo di questo favore.

Guardati bene dall'attribuire alle tue forze, alla tua sapienza,

ai tuoi meriti, alla tua condotta o al caso quello che hai avuto

gratuitamente dalla bontà di Dio. I Santi ci insegnano che per

questo soprattutto Dio ci sottrae la sua grazia e ci lascia in

preda alle tentazioni e alle illusioni del demonio.


Non far nulla nel dubbio



Quarto rimedio. Quando provi qualche tentazione spirituale

che ti getta nel dubbio, non intraprendere di tua propria

iniziativa nulla di grave che già prima non eri solito di fare.

Reprimi l'impulso del tuo cuore e della tua volontà; aspetta

umilmente nel timore e nel rispetto di Dio che Egli si degni

di illuminarti.

Tieni per certo che se, nel dubbio, intraprendessi da te stesso

una cosa grave e insolita, non riusciresti a nulla di bene.

Non intendo comunque parlare se non di cose gravi o che

escono dall'ordinario, sulle quali tu hai un dubbio.


Perseverare nelle pratiche comuni



Quinto rimedio. Per tutte queste cose straordinarie non

lasciar mai un bene che avevi intrapreso prima che esse si

producano.

Soprattutto guardati dall'abbandonare la preghiera, la

confessione, la comunione, i digiuni e le altre opere di pietà e

d'umiltà, quand'anche non ci trovassi alcuna consolazione.


Abbandono alla divina volontà



Sesto rimedio. In queste occasioni solleva la tua mente e il

tuo cuore a Dio pregandolo umilmente di fare quello che sarà

più utile alla sua gloria e alla salute dell'anima tua.

48

Sottometti la tua volontà alla sua volontà divina. Se è Sua

volontà di lasciarti in queste tentazioni, la tua sia di non mai

offenderlo.

49


PARTE TERZA

Riassunti e massime spirituali



CAPO I.
L'Oasi di Engaddi

25


A
LCUNI MOTIVI DI TENDERE ALLA PERFEZIONE

Lieto del bene che hai intrapreso per gloria divina e

desideroso d'aiutarti perseverare e a salire più in alto, o

almeno a dartene il desiderio, voglio esporti alcuni dei motivi

che abbiamo d'eccitare il nostro cuore ad una vita più

perfetta: il che tuttavia non potresti né intraprendere né

continuare con le tue proprie forze.

Toccherò solo rapidamente ciascuno di questi motivi senza

spiegarli, affinché impari a meditare lungamente sopra poche

parole e affinché ciascuno di questi pensieri sia per te il

soggetto di contemplazioni profonde ed estese. Però, se vuoi

trarne profitto, non basta occuparne l'intelletto, ma bisogna

farli passare nel cuore e decidere con la volontà a fare quello

che questi pensieri consigliano.

Per aiutarti, ti mostrerò in poche parole come questi motivi

non produrranno qualche effetto nell'anima tua se non sono

compenetrati d'un sentimento e d'un amore soprannaturale.


L'onore dovuto a Dio



Primo motivo: l'amore e l'onore che Dio merita per la sua

bontà, per la sua sapienza e per le altre sue perfezioni

innumerevoli e infinite. Considerandole, capirai che quello

che fai per onorario e ringraziarlo e che tu credevi essere

50

molto, è in realtà pochissimo e come nulla in confronto di

quello che merita.

Questo motivo è il primo, perché anzitutto le nostre opere

devono essere dirette a glorificare, a rispettare Dio, a dargli

l'amore che merita sopra tutte le creature.

Questo primo motivo tocca solo le anime grandi che sentono

ed amano di contemplare la nobiltà, la perfezione e la maestà

divina e si sforzano di proporzionare il loro amore e il loro

culto all'infinità di Dio (14).


I patimenti di Gesù per noi



Secondo motivo: i disprezzi. le ingiurie, le privazioni, i

dolori e l'amarissima Passione che il Figlio di Dio soffrì per

tuo amore, affinché tu stesso l'amassi e l'onorassi. Se tu li

mediti, vedrai quanto poco hai fatto per l'onore e l'amore di

Dio rispetto a ciò che avresti dovuto fare (15).

Questo motivo è più elevato e più perfetto dei seguenti,

perciò l'ho messo a questo posto. Esso trascina solamente le

anime che provano una devozione affettuosa all'amore e alla

bontà che il Figlio di Dio ci manifestò nella sua Passione.

Queste anime desiderano con tutte le loro forze di

contraccambiare a Dio la Sua bontà e il Suo amore.


La nostra vocazione soprannaturale



Terzo motivo: l'innocenza e la perfezione a cui ci obbliga la

legge di Dio che esige, insieme con l'assenza d'ogni vizio e

d'ogni peccato, la pienezza della virtù.

Difatti è ciò che richiede il comandamento d'amare Iddio con

tutto il nostro cuore, con tutta l'anima nostra e con tutte le

L'Oasi di Engaddi

26


nostre forze.

Pensaci, e vedrai la tua debolezza e la distanza che ti separa

da questa purezza perfetta.

51

Questo motivo non produce effetto se non nell'anima che

sente quale alta perfezione esige il Signore da ogni creatura e

nell'anima che questo motivo sublime induce al compimento

generoso della volontà divina (16).


I benefizi di Dio



Quarto motivo: l'abbondanza e la grandezza dei benefizi di

Dio. Ricordati dei favori temporali e spirituali ch'Egli

distribuisce a tutti e particolarmente a te stesso, e sentirai che

ciò che fai e ciò che potrai fare per Dio non è nulla in

confronto de' suoi benefizi e delle sue grazie, massimamente

se poni mente alla liberalità e alla bontà che presiedono alle

sue larghezze.

Questo motivo eccita soltanto le anime che ripensano in una

meditazione affettuosa la grandezza e la nobiltà dei benefizi

e della grazia di Dio e si sforzano di rendergli un culto

proporzionato alla sua generosità (17).


Le gioie del Cielo



Quinto motivo: la grandezza e la nobiltà della ricompensa e

della gloria che Dio promette e prepara a quelli che Lo

glorificano con le loro virtù, ricompensa la cui magnificenza

sarà proporzionata agli sforzi compiuti.

Questo pensiero ci fa comprendere che il nostro merito non è

niente in confronto di tanta gloria ed eccita il desiderio di

fare per l'avvenire opere più meritorie. Ma non fa del bene se

non quando l'anima stima ed ama d'un amor fervente la

gloria del Paradiso e l'attende con una fiducia così ferma che

la sua speranza la fa risolvere a praticare virtù che le

meriteranno questa gloria (18).

52


La bellezza della virtù e la deformità del peccato



Sesto motivo: la bellezza e la generosità della virtù, la nobiltà

ch'essa conferisce all'anima e d'altra parte la bassezza

vergognosa del vizio e del peccato.

Questa considerazione spinge un uomo saggio ad acquistare

maggiore Virtù e ad evitare più diligentemente il peccato.

Per essere efficace essa richiede un'anima pervasa d'orrore

per ogni vizio, d'odio per ogni peccato, di simpatia e d'amore

per la bellezza della virtù e del doni di Dio. Odio ed amore

che devono possedere l'anima tutta quanta fino nelle sue

profondità.


Gli esempi dei Santi



Settimo motivo: la sublime perfezione della vita dei Santi, il

numero e l'eccellenza delle loro virtù. Che differenza in

confronto dell'imperfezione della nostra vita e della

tiepidezza delle nostre opere! (19).

Questo motivo può ottenere un effetto solo quando l'anima,

L'Oasi di Engaddi

27


eccitata da una grande stima della vita dei Santi, desidera di

riprodurla, principalmente la vita dei Santi assolutamente

perfetti: la Vergine Maria prima di tutti, San Giovanni

Battista, San Giovanni Evangelista, gli Apostoli ed altri

ancora.


La riparazione delle nostre colpe



Ottavo motivo: la gravità e la moltitudine dei tuoi peccati

contro Dio. Per quanto buone siano le tue opere, non sono

niente per soddisfare i tuoi debiti per via di giustizia.

Questo motivo sarà utile solamente all'anima che non teme di

rivolgere contro se stessa i peccati che ha commesso contro

Dio e che è fermamente risoluta di rendere giustizia a Dio e a

pagare il suo debito con opere meritorie.

53


Il pericolo di dannazione



Nono motivo: le tentazioni della carne, del mondo e del

demonio che ti mettono in pericolo da ogni parte.

Questo pensiero ti ecciterà ad essere più saldo e a salire più

in alto che mai nella virtù, al fine di resistere più sicuramente

a queste tentazioni. Esso non può servire che all'anima

pervasa dal sentimento della sua debolezza e dal grave

pericolo delle tentazioni, e determinata a fuggire le occasioni

per mettersi al sicuro sotto la protezione della grazia (20).


Il timore del giudizio di Dio



Decimo motivo: il rigore del giudizio di Dio. Tu desideri di

comparire a questo giudizio con molte buone opere e

soddisfazioni per tuoi peccati.

Ma che cosa sono le tue buone opere e la tua penitenza in

confronto di ciò che avresti dovuto fare?

Questa considerazione suppone nell'anima la cognizione dei

suoi peccati, il timore e il terrore intimo della sentenza che

sarà pronunziata nel giudizio universale contro i peccatori

impenitenti (21).


L'incertezza della morte



Undecimo motivo: la brevità della vita e l'avvicinarsi della

morte, della quale ignori l'ora e dopo la quale non potrai fare

alcuna opera meritoria, alcuna penitenza. Perché non usiamo

uno zelo più generoso nelle nostre mortificazioni e nelle

nostre opere?

Questo pensiero non produce frutti se non in un'anima

atterrita dalla morte e fermamente decisa di fare opere

meritorie (22).

54


I pericoli dell'orgoglio e della tiepidezza



Dodicesimo motivo: qualunque siano i tuoi principii e i tuoi

progressi nella virtù, se non desideri una vita sempre più

perfetta e non ti sforzi per arrivarci, è perché c'è in te un

fondo di presunzione e d'orgoglio, molta tiepidezza e

negligenza. Ora, la presenza di questi due vizi trascina

sempre seco una turba di disordini spirituali.

L'Oasi di Engaddi

28


Se vuoi liberartene, fa degli sforzi costanti per condurre una

vita più sublime e più perfetta, qualunque sia la perfezione

de' tuoi inizi. A quelli che cominciano con l’essere ferventi e

cadono poi nella tiepidezza, perché credono d'essere qualche

cosa, S. Bernardo dice: «

Ah! se sapessi quanto poca cosa è

ciò che hai e quanto presto la perderai se Chi te la diede non

te la conserva!


"

Questa considerazione, per essere efficace, domanda

un'anima che sente e comprende che darsi alla pratica della

virtù senza il desiderio di salire più in alto suppone orgoglio

e tiepidezza, e precipiterà in grandi sventure chi non evita

questi vizi.


I segreti giudizi di Dio



Tredicesimo motivo: gl'imperscrutabili giudizi di Dio in

alcune persone che, dopo una lunga perseveranza in un'alta

santità e in una grande perfezione, sono state abbandonate da

Dio a cagione di alcuni vizi nascosti ch'esse non credevano

d'avere.

Questa considerazione, qualunque sia la tua perfezione di

vita, ti deciderà sicuramente a purificare ogni giorno i tuoi

affetti e le tue intenzioni, a correggerti più sollecitamente che

mai d'ogni difetto, a tendere a una santità più perfetta e a

temere che non vi sia in te qualche vizio nascosto che ti

faccia abbandonare da Dio. Ma non tocca se non un'anima

55

piena di sollecitudine per la sua salute e che teme d'essere

privata della grazia (23).


Le pene dell'inferno



Quattordicesimo motivo: le pene dell'inferno riservate a tutti

i peccatori. Pensaci e troverai leggere tutte le penitenze,

umiliazioni, povertà e tutte le prove che potrai sopportare per

Dio in questa vita a fine di sfuggire queste pene.

Il timore di questi supplizi non cesserà di spingerti a una vita

più alta e più perfetta.

Questo motivo tocca principalmente un'anima atterrita dalle

pene eterne, convinta d'averle meritate per le sue colpe e che

si sforza di sfuggirle con la penitenza.


Riassunto: due punti essenziali



Nota che in ciascuno di questi motivi tutto si riduce a due

punti: prima al sentimento della nostra imperfezione e del

nostro nulla, poi al desiderio efficace di sollevarsi a una vita

più perfetta.

Così il sentimento della nostra imperfezione e del nostro

nulla non deve mai essere senza il desiderio e lo sforzo di

giungere a una vita più perfetta e viceversa.

56

CAPO II.


D
UE FONDAMENTI DELLA VITA SPIRITUALE

Chiunque voglia sfuggire i lacci e le insidie finali

dell'Anticristo, ossia del demonio, deve eccitare nel suo

L'Oasi di Engaddi

29


cuore due sentimenti.


Rinunziare a se stesso nell'umiltà



Anzitutto provi davanti a se stesso il medesimo sentimento

che davanti ad un cadavere, brulicante di vermi, fetente,

nauseante fino a tal punto da doversi turare le narici a

cagione della puzza e rivoltare la faccia per evitare un simile

orrore.

Ecco, fratello mio, quello che ogni giorno dobbiamo fare, tu

ed io. Io più di te, perché l'intera mia vita è un'infezione, tutto

un'infezione sono io stesso, il mio corpo e l'anima mia e tutto

ciò che sono io, nella feccia e nella putredine de' miei peccati

e delle mie iniquità non è che un fetore e un oggetto d'orrore.

E quello che è peggio, sento che questa infezione si rinnova e

cresce ogni giorno.

Al sentimento della sua corruzione il servo di Dio deve

aggiungere una confusione profonda alla presenza di Dio,

giudice rigoroso, come davanti a Colui che vede e sa tutto, e

un vivo dolore d'aver offeso Iddio, d'aver perduto la grazia,

frutto del Sangue di Gesù e dell'acqua battesimale.

Di questa confusione che prova davanti a se stesso e davanti

a Dio, dev'essere pervaso anche davanti agli Angeli, alle

anime sante e perfino davanti a tutti gli uomini. Deve

convincersi ch'egli è un oggetto d'abominazione e di disgusto

per tutti e che le persone non solo sdegnano di occuparsi di

ciò ch'egli dice e fa, ma che sono forzati, davanti a lui, a

turarsi le narici, a rivoltare la faccia per non vederlo, a

57

rigettarlo come un cadavere putrefatto, a segregarlo dalla

società e a relegarlo come un lebbroso ributtante.

In quanto al suo corpo, sia persuaso che gli si renderebbe

giustizia strappandogli gli occhi, amputandogli le mani, il

naso e le orecchie, torturandolo in tutti i suoi sensi e in tutte

le sue membra: perché ne ha abusato, arrivando ad offendere

il suo Dio e il suo Creatore. Desideri d'essere disprezzato e

calpestato. Sopporti pazientemente, con somma gioia ed

allegrezza, tutti i rimproveri, le vergogne, le diffamazioni, le

ingiurie, i biasimi e le contraddizioni d'ogni genere.


Unione con la santa umanità di Gesù



In secondo luogo bisogna che, con un sentimento di totale

sfiducia di te stesso, delle tue buone opere e di tutta la tua

vita, ti volga tutto quanto a nostro Signore Gesù Cristo,

poverissimo, umilissimo, abbeverato d'insulti e di disprezzo,

morto per te, e che t'abbandoni nelle sue braccia, finché non

sii morto ne' tuoi sentimenti umani e Gesù Cristo viva nel tuo

cuore e nell'anima tua.

Bisogna che, completamente trasformato e trasfigurato, tu

più non abbia nel più intimo di te stesso se non il desiderio di

vedere, d'udire, d'amare Gesù per te confitto in Croce, come

faceva la Vergine Maria. Morto al mondo, vivrai nella fede.

58

L'Oasi di Engaddi

30


CAPO III


D
ISPOSIZIONI ABITUALI DELL'ANIMA CHE VUOLE UNIRSI A

D
IO

Nostro contegno riguardo a Dio



Riguardo al Signore devi esercitarti in sette disposizioni

principali:

1. Un amore ardentissimo;

2. Un timore sommo;

3. Il rispetto di sua Maestà;

4. Uno zelo perseverante;

5. Il ringraziamento e la lode;

6. Un'ubbidienza pronta e universale;

7. Un gusto vivo, per quanto è possibile, delle soavità divine.

Devi dunque chiedere continuamente queste disposizioni

dicendo: "Buon Gesù, fate ch'io sia, fino nel più intimo del

cuore e dell'anima, pervaso d'amore, di timor sommo, di

rispetto e di zelo ardente per la gloria Vostra, di modo che,

geloso del Vostro onore, io provi il più violento orrore contro

tutti gli oltraggi che Vi si fanno. Principalmente, o mio Dio,

contro quelli che sono stati compiuti in me, da me o per

causa mia. Fate inoltre ch'io Vi riconosca e Vi adori

umilmente come mio Signore e mio Creatore, e che per i

Vostri benefizi io non cessi di renderVi fervide grazie. Fate

che sempre e in ogni cosa io Vi benedica, Vi lodi e Vi

glorifichi nell'allegrezza e nel giubilo del cuore; che,

ubbidendoVi in ogni cosa, io passa, nonostante la mia

indegnità e la mia ingratitudine, gustare eternamente le

Vostre ineffabili dolcezze con gli angeli e gli apostoli vostri".

59


Nostro contegno riguardo a noi stessi



Riguardo a te stesso, esercitati in sette altre disposizioni:

1. Confusione profonda riguardo ai tuoi vizi e ai tuoi difetti;

2. Dolore acutissimo e amarissimo che ti faccia piangere e

deplorare i tuoi peccati, perché hanno offeso Dio e macchiato

l'anima tua;

3. Umiliazione di te stesso con disprezzo: riguardati come un

oggetto vile e corrotto e desidera d'esser disprezzato;

4. Stretto rigore per macerare il tuo corpo; risoluzione di

trattarlo come una sozzura di peccato, anzi come un luogo

immondo, un ammasso di corruzione;

5. Odio implacabile contro tutti i tuoi vizi e tutto ciò che

t'induce al peccato;

6. Vigilanza energica sopra tutti i tuoi sensi, tutte le tue

azioni e tutte le tue potenze che devi rigorosamente tener

disposte al bene;

7. Discrezione perfetta, ossia moderazione: in tutte le cose

osserva diligentemente la giusta misura tra il troppo e il

troppo poco, l'esagerato e l'insufficiente, di modo che tu non

faccia né più né meno di quello che bisogna.


Nostro contegno riguardo al prossimo

L'Oasi di Engaddi

31


Riguardo al prossimo, esercitati in sette altre disposizioni:

1. Tenera compassione che ti faccia sentire i mali e gli

incomodi del prossimo come se fossero tuoi;

2. Dolce piacere del bene che loro avviene come se avvenisse

a te stesso;

3. Paziente tolleranza e perdono delle ingiurie, che riceverai

con calma e perdonerai con tutto il tuo cuore;

4. Affabilità piena di benevolenza che ti renderà amabile

verso tutti ne' tuoi atti e nelle tue parole;

60

5. Umile rispetto: preferirai gli altri a te stesso, li onorerai

tutti e nel tuo Cuore ti sottometterai a loro come ai tuoi

padroni;

6. Concordia perfetta; per quanto puoi e Dio te lo permette,

sii del parere altrui, segui i loro desideri legittimi e

considerati come una sola cosa con essi;

7. Dono della tua vita, ad esempio di Gesù: come Lui sarai

pronto a dare la salute per tuoi fratelli. Avrai cura di pregare

e di lavorare giorno e notte perché essi s'uniscano

intimamente a Gesù e Gesù ad essi.

Tuttavia da questi ultimi consigli non concluderai che tu non

debba evitare e fuggire con tutte le tue forze i vizi degli

uomini. Anzi ogni volta che la compagnia dei cattivi e dei

tiepidi può esser per te un pericolo e distoglierti dalla

perfezione, devi fuggirli come si fuggono i serpenti e i

mostri. Perché il carbone più ardente si spegne nell'acqua o si

raffredda; invece il più freddo s'accende al contatto d'altri

carboni ardenti. Ma se questo pericolo di corruzione non

esiste, distogli semplicemente gli occhi dai difetti del

prossimo oppure, se non puoi non vederli, sopportali con

compassione, come fossero i tuoi.


Nostro contegno riguardo alle cose temporali



Per regolare la tua condotta riguardo alle cose dell'eternità e

delle cose del tempo, procura d'acquistare verso queste

ultime le quattro disposizioni seguenti:

1. Diportati come un pellegrino e uno straniero: considera

tutte queste cose esteriori ed estranee, a tal segno che gli

stessi tuoi abiti ti siano così indifferenti come se fossero

nell'India;

2. Paventa l'abbondanza nella tua vita come un veleno e

come un mare che ti inghiottisse;

61

3. All'opposto, ama di provare l'indigenza, d'esser nel

bisogno: è la scala che fa salire alle eterne ricchezze del

Paradiso.

4. Evita la compagnia, il commercio e il fasto dei ricchi e dei

grandi, ma senza disprezzo. Ama solamente la compagnia dei

poveri. Sia per te un piacere ricordarti di loro, vederli,

conversar con loro. Sono essi l'immagine di Cristo: con loro,

come con dei re, vivi pieno di lieto rispetto e orgoglioso della

L'Oasi di Engaddi

32


loro compagnia.

62

CAPO IV.


L
A SCALA DELLA PERFEZIONE

Quindici perfezioni sono necessarie a chi s'applica al servizio

di Dio.


Vita purgativa



1. Una chiara e perfetta cognizione dei proprii difetti.

2. Un coraggio ardente e perseverante contro le cattive

inclinazioni, desideri e passioni contrarie alla ragione.

3. Un vivo timore che, dopo tanti peccati, egli non abbia fatto

penitenza abbastanza e non sia rientrato in grazia con Dio.

4. Un gran terrore che la sua fragilità lo faccia cadere nei

medesimi disordini e forse in più gravi.

5. Una disciplina rigorosa ed una severa sorveglianza per

governare i sensi esterni e sottomettere il corpo al servizio di

Gesù Cristo.

6. Una forte e valorosa pazienza nelle tentazioni e nelle

prove.

7. La fuga coraggiosa da ogni persona che potrebbe esser

causa od occasione di peccato o anche solo d'imperfezione.

Queste persone sono come demoni d'inferno.


Vita illuminativa



8. Portare la croce di Gesù, che ha quattro braccia:

quello della mortificazione dei vizi,

quello della rinunzia a tutti i beni temporali,

quello della rinunzia a tutte le amicizie carnali della famiglia,

quello del disprezzo, dell'annientamento di se stesso.

9. Il ricordo prolungato e continuo dei benefizi di Nostro

Signore Gesù Cristo.

10. La perseveranza nella preghiera di giorno e di notte.

63


Vita unitiva



11. Il sentimento e il gusto abituali delle soavità divine.

12. Un insaziabile desiderio di glorificare la nostra fede, di

far conoscere, temere e amare Gesù Cristo.

13. Una misericordiosa compassione per il prossimo in tutti i

suoi bisogni.

14. Rendere grazie incessantemente e con tutto il cuore;

glorificare e lodare Dio e Cristo Gesù in ogni cosa.

15. Dopo aver fatto tutto ciò, confessare dal fondo del cuore:

"Mio Dio e mio Signore, o Cristo Gesù, io non sono nulla,

non posso nulla, non valgo nulla, vi servo male e sono un

servo inutile".

64

CAPO V.


M
ASSIME SPIRITUALI

Alcune massime essenziali



La povertà evangelica praticata dagli Apostoli è fondata su

tre punti essenziali:

L'Oasi di Engaddi

33


L'abdicazione di tutti i propri i diritti;

L'uso ristretto delle cose materiali;

L'amore abituale degli effetti della povertà.

***

Vi sono tre parti nell'astinenza: Indebolire i desideri della

carne e cura dei bisogni della vita;

Rendersi indifferenti alla quantità alla qualità dei cibi;

Fare un uso sobrio di ciò che ci si dà.

***

Vi sono tre cose che bisogna evitare e fuggire sollecitamente:

Di fuori, la distrazione delle faccende;

Di dentro, l'orgoglio e l'ambizione;

L'attacco eccessivo e sregolato ai beni materiali e

un'affezione umana e disordinata verso noi stessi, i nostri

amici secondo la carne o secondo il nostro Ordine.

***

Vi sono tre cose che bisogna ricercare in modo particolare:

Il desiderio d'esser disprezzato, calpestato, pubblicamente

abbassato;

Un'intima compassione per Gesù Crocifisso;

La tolleranza delle persecuzioni e del martirio per amore di

Gesù e per riprodurre la vita evangelica.

65

Fra il giorno chiedi queste tre cose, con preghiere prolungate

e accompagnate da gemiti e ardenti sospiri.

***

Vi sono tre cose che dobbiamo meditare assiduamente:

Gesù nella sua Incarnazione, nella sua Passione e negli altri

suoi misteri;

La vita degli Apostoli e dei primi Frati del nostro Ordine,

eccitando in noi il desiderio d'imitarli;

La vita che condurranno più tardi gli uomini evangelici (24).


La vita degli uomini evangelici



Devi meditare giorno e notte la vita di quegli uomini

poverissimi, semplicissimi e mansuetissimi, umili fino a

stimarsi vili, uniti per un'ardente carità a Gesù, non pensando

che a Gesù, non parlando che di Gesù, non gustando che

Gesù e Gesù Crocifisso; indifferenti al mondo, dimentichi di

sé, contemplando la gloria eterna di Dio e degli eletti, a cui

tutto il loro essere anela nel desiderio incessante della morte;

ad esempio di S. Paolo che diceva: «Desidero di morire e

d'essere con Cristo».

Essi possederanno i tesori immensi e inestimabili delle

ricchezze celesti. Saranno meravigliosamente invasi e

sommersi dalla deliziosa abbondanza delle dolcezze e delle

gioie del Paradiso.

Nelle tue meditazioni figurati questi uomini che cantano

sull'arpa del loro cuore, nel rapimento dell'estasi, il cantico

degli angeli. Questa visione ti farà desiderare con incredibile

ardore la venuta di questo tempo; dissiperà le nubi del dubbio

L'Oasi di Engaddi

34


e dell'ignoranza e t'introdurrà in una mirabile luce:

distinguerai chiaramente tutti i mali del nostro tempo e

comprenderai la misteriosa disposizione di tutti gli Ordini

66

religiosi che dal tempo dell'Incarnazione di Cristo sono nati e

nasceranno dalla Chiesa sino alla fine dei secoli, sino al

momento in cui sarà consumata la gloria del nostro sommo

Signore Gesù Cristo.

Porta sempre nel tuo cuore Gesù Crocifisso, affinché ti

conduca alla sua eterna gloria. Amen.

67


APPENDICI


BREVE ESERCIZIO DI PERFEZIONE proposto dal

Ven. P. Luigi Di Granata nel suo libro: "Memoriale della

vita cristiana"

§ I. – Di dodici cose che ha da fare il servo di Dio.



Perché molti desiderano d'avere sempre sott'occhio i

principali punti della vita spirituale, perciò riduco qui in

compendio le cose principali che deve fare il servo di Dio, e

quelle dalle quali principalmente si ha da guardare; affinché

in questo breve sommario, come in un esemplare, veda

quello che a lui conviene.

Ora, in quanto a quello che deve fare:

Primo: procuri di star sempre alla presenza del

Signore, poiché è manifesto per la dottrina dei Santi, che

l'uomo non si muove mai a far cosa che sia grata a Dio, se

prima Dio stesso non lo tocca e non lo muove. E se ciò non

potrà fare continuamente, almeno spesso fra il giorno e h

notte sollevi il cuore a Lui con brevi, amorose e umili

orazioni e sospiri, chiedendogli sempre il suo soccorso ed

amore, come quegli che senza di Lui non può cosa alcuna.

Secondo: da tutto ciò che udirà o leggerà procuri

sempre di trarre qualche divota ed amorosa considerazione,

68

con cui nutrire e accrescere dentro di sé il dolce miele del

divino amore, a guisa delle api che sempre cercano di trarre

dai fiori qualcosa da portare nell'alveare. Di modo che, come

un gran fuoco converte in fuoco tutto quello che vi si getta,

sia acqua o ferro od altro, così parimenti il suo cuore

dev'essere per tal modo acceso dal fuoco del divino amore

che qualsivoglia cosa dal mondo gli sia materia e stimolo

d'amore.

Terzo: quando a volte cadesse in qualche difetto o

distrazione di cuore, non si sgomenti, né si lasci cadere sotto

il peso, ma ritorni al Signore con umile e amorosa

conversione, riconoscendo la sua gran miseria e la grandezza

della divina misericordia, e facendo quanto potrà dal canto

suo per rimettersi nello stato primitivo e progredire nel

cammino intrapreso.

Quarto: procuri d'avere purezza d'intenzione in tutto

L'Oasi di Engaddi

35


quello che farà; perciò deve diligentemente esaminare tutte le

sue parole, pensieri ed opere e soprattutto l'intenzione da cui

è animato, procurando ognora di purificarla e di rettificarla

coll'aver sempre di mira la gloria di Dio in tutto quello che

fa; e ciò non una sola volta al giorno, ma ogni volta che

intraprende qualche cosa di nuovo.

Quinto: sebbene sia per lui tempo di pace, procuri

d'andar sempre armato e di trovarsi preparato a ricevere, con

umiltà e mansuetudine, tutte quelle cose che gli accadranno

contrarie, anche all'improvviso; poiché, quantunque l'ira

giovi talvolta a qualche cosa, è meraviglia però che riesca

bene, perché lascia sempre la coscienza angustiata e inquieta

sia che abbia sia che non abbia oltrepassato i giusti limiti.

Sicché l'irascibilità è una passione dalla quale si ha molto più

danno che vantaggio per progredire nel servizio di Dio,

69

giacché è manifesto che chi superasse questa passione

vivrebbe sempre in una grande pace.

Sesto: se non è superiore, non stia ad osservare i

difetti altrui, ma sempre consideri i proprii: perché il notare i

difetti del prossimo sempre reca seco rincrescimento,

superbia, giudizio temerario, inquietudine di coscienza, zelo

indiscreto ed altri sentimenti sregolati che turbano il cuore;

dovechè il guardare i proprii difetti reca seco confusione di

sé, umiltà, timor di Dio, e pace di animo.

Settimo: s'allontani dalle cose transitorie non solo

collo spirito, ma anche col corpo e aderisca a Dio con tutto il

cuore, perché quanto più si eserciterà in questo, tanto meno

avrà dell'uomo e tanto più parteciperà di Dio, giacché chi

ama le cose passeggere anch' egli passa e se ne va con esse;

invece chi mette il suo cuore unicamente in Dio, partecipa in

qualche modo alla fermezza e stabilità di Lui. Si guardi

inoltre dalle molte faccende, quando siano smoderate, anche

se non male in se stesse; perché distraggono il cuore, e non lo

lasciano pienamente quietare nel Signore.

Ottavo: consideri sempre la vita di Gesù Cristo e la

sua Sacratissima Passione e conversazione e dottrina e

travagli, per imitare, quanto gli sarà possibile, i divini esempi

delle sue virtù: umiltà, carità, misericordia, obbedienza,

povertà, asprezza di vita, disprezzo del mondo e amore della

nostra salute, ecc. ecc.

Nono: procuri continuamente, quanto potrà, di negare

la propria volontà, rassegnata pienamente nelle mani di Dio;

di modo che sia morto in Lui tutto il proprio volere, e solo

viva quello di Dio, perché in tal modo non regniamo noi, ma

70

il Signore in noi. E ciò si deve fare in ogni cosa, avversa o

prospera, mesta o allegra, dolce o amara.

Decimo: nelle sue tribolazioni, esercizi e negozi

ricorra a Dio umilmente con gran confidenza e con animo e

L'Oasi di Engaddi

36


cuore di figlio, essendo Egli potentissimo e pietosissimo

Padre; rimettendo tutte le cose alla sua Provvidenza,

pigliandole tutte come dalle sue mani, scacciando e gettando

da sé ogni fastidioso pensiero, e abbandonandosi in tutto

nelle braccia di Dio.

Undicesimo: sia grato al Signore di tutti i benefizi

ricevuti e lo ringrazi sempre tanto dei piccoli come dei

grandi, non guardando tanto ai doni, quanto all'indegnità di

chi li riceve e alla grandezza ed amore di Lui, che glieli dà;

poiché Egli non dà meno con amore le cose piccole che le

grandi.

Dodicesimo: strappi e scacci da sé con cuore grande e

generoso tutte quelle cose che lo distolgono dalla perfezione,

siano cose corporali o spirituali, come l'amar disordinato di

qualche persona, di libri, di studi, e le conversazioni, esercizi

e familiarità, quantunque spirituali, quando vedrà che gli

turbano il cuore e gl'impediscono di avanzarsi nella via di

Dio.


§ 2. – Di dodici difetti che deve schivare il servo di Dio.



Vi sono molti difetti che impediscono il progresso nella via

spirituale per i quali non pochi, dopo molti anni sono quei

medesimi che sempre furono.

71

Ne accenneremo qui dodici dei più notevoli, affinché il servo

dì Dio confrontandosi in essi, come in uno specchio, possa

conoscere le sue mancanze, e la loro causa che impedisce il

suo progresso; e così procuri di emendarsi:

Primo: egli s'applica soverchiamente agli esercizi e

alle faccende esteriori; dal che deriva che spesso è privo delle

visite e consolazioni interiori; perché nessuno può trovare

fuori di sé ciò che si deve trovare dentro.

Secondo: cerca disordinatamente di essere amabile e

compiacente con tutti. Da ciò nasce che non sa separarsi

dalle persone e dalle faccende quando bisogna; e così perde il

tempo e manca molte volte a' suoi esercizi, per non mancare

agli uomini, onde avviene che tanto meno piace a Dio,

quanto più cerca di piacere alle creature.

Terzo: ha poca umiltà con Dio, e poca riverenza per

Lui, e così viene a perdere quella spirituale verecondia che

con Lui si richiede, la quale è figlia dell'umiltà e madre del

progresso spirituale.

Quarto: è come senza freno, e si precipita

inconsideratamente negli affari più per impeto d'animo, che

con giudizio di ragione; donde avviene che per il suo

soverchio trasporto perde la pace e la tranquillità del cuore, e

per la troppa sua fretta fa malamente quello che vuol fare;

poiché sta scritto che

colui che cammina frettoloso,

inciamperà

(Prov. XIX, 2). Perciò in tutte le cose si deve

procedere con maturo giudizio, il quale è amico e fedele

compagno della prudenza.

L'Oasi di Engaddi

37


Quinto: si stima disordinatamente e presume di sé e

delle sue virtù, sebbene non lo conosca, e così, come il

Fariseo, disprezza segretamente gli altri, e si crede migliore

72

di loro, e perciò non ha la vera umiltà, che è il fondamento di

tutte le virtù.

Sesto: è inclinato a giudicare gli altri e a condannare i

fatti loro, e perciò si raffredda nella carità; perché, quanto più

esagera i mali altrui, tanto più affila la spada con cui assale la

carità, la quale nasce in parte dalla buona opinione che

abbiamo del prossimo.

Settimo: ha tuttora molto del suo amore riposto in

cose passeggere, quindi con ragione gli è tolto molto

dell'amar divino.

Ottavo: è assai tiepido e lento negli esercizi dell'

orazione, incominciandoli con pigrizia, proseguendoli con

negligenza e finendoli senza frutto; onde molte volte è privo

delle visite di Dio e dell'accrescimento della divozione.

Nono: è molto negligente e trascurato nel vincere e

mortificare se stesso; donde procede che non può vivere a

Dio, perché vive a se stesso, né può essere trasformato in

Dio, perché non muore a se stesso.

Decimo: non sta interiormente raccolto, ma molto

distratto nelle cose esteriori; dal che deriva che non si

conosce quanto bisogna, e perciò non sa considerarsi e

disprezzarsi come dovrebbe.

Undicesimo: è tuttora molto amante della sua propria

volontà e de' suoi comodi: da ciò proviene che non' può

negare se stesso ed abbracciare la Croce di Cristo, e

mortificare il suo naturale; e così non può giungere alla

perfezione della vita evangelica.

Dodicesimo: è incostante e leggero nelle buone

risoluzioni che fa, mutandole facilmente in qualsivoglia

73

occasione che gli si presenti: da ciò proviene che,

mancandogli la perseveranza che sola conduce a termine le

cose, perde tutto il suo tempo in cominciare, e così non va

avanti e non fa progresso nella vita spirituale; e questa è la

cagione per cui si trovano taluni che si potrebbero

paragonare a quell'albero del quale dicesi che fa frutti sette

volte all'anno, ma non ne porta mai alcuno a maturità.

74


ANNOTAZIONI



(1) «
L'uomo è collocato tra le cose di questo mondo e i beni

spirituali in tal modo che quanto più s'attacca ai primi, tanto

più s'allontana dagli altri, e viceversa»


(Sum. Theol. II-II q.

108. a. 4).

(2) «

Se tu desideri di arrivare per una via retta e sicura in

breve tempo all'unione divina, fine della beatitudine,

applicati internamente con una cura vigile a conservare


L'Oasi di Engaddi

38


sempre puro il tuo cuore, libero il tuo spirito e nel riposo i

tuoi sensi; raccogli gli affetti del tuo cuore e portali

incessantemente in alto per fissarli in Dio


» (S. Alberto

Magno,
L'Unione con Dio, c. V).

(3) S. Tommaso insegna che i moti dell'orgoglio sono

facilmente repressi colla considerazione dell'infinita

grandezza di Dio, dell'abisso della nostra miseria e

dell'imperfezione di tutte le nostre buone opere (

Sum. Theol.

II - II, q. 62, a. 9, ad I).

(4) Il P. Faber assicura che

Se qualcuno ha l'abitudine di

pensare agli altri con bontà, e ciò per motivi soprannaturali,

non è lontano dall'esser un santo


(Confer. spirit.).

(5) Questi consigli vanno intesi con la discrezione supposta

dal Santo Autore. Sarebbe un disastro per la nostra vita

interiore non uscir mai dalla preoccupazione di noi stessi e

convertire ogni preghiera mentale in esame di coscienza.

75

Ciononostante è indispensabile che l'anima si esamini,

quotidianamente, sopra il suo difetto principale ("esame di

coscienza particolare"), i suoi altri difetti, sopra le sue

imperfezioni, ed anche sopra le sue tendenze intime. Un tale

esame praticato assiduamente è la condizione del nostro

emendamento.

(6) Il B. Raimondo da Capua, Maestro Generale dei

Domenicani, racconta di Santa Caterina da Siena che «

ella

non solo si metteva sotto alla più vile delle anime e

desiderava incessantemente d'essere considerata come

l'ultima di tutte, ma credeva fermamente di esser la causa di

tutti i mali altrui. Ogni volta che pensava alle iniquità e alle

sventure del mondo in generale o di ciascun individuo in

particolare, ne attribuiva a se stessa la colpa, dicendo: Sei tu

la causa di tutti questi mali; rientra dunque in te stessa e

piangi le tue colpe ai piedi del Signore


». E la Santa ciò

spiegava dicendo ch'ella aveva mal corrisposto ai disegni di

Dio sopra l'anima sua.

(7) La scelta d'un direttore è d'una grand'importanza.

«

Sceglilo fra mille, diceva San Francesco di Sales.

(8) Il papa Giovanni XXII diceva: «
Datemi un Frate

Predicatore che osservi la sua Regola fino all' ultimo jota, ed

io lo canonizzo senza che vi sia bisogno d'altro miracolo».



(9) «
Un uomo è press'a poco, in fondo, quello ch'egli pensa

degli altri. Se tu odi che qualcuno attribuisce bassezza a un

altro, puoi star sicuro, non solo che vi è qualcosa di cattivo

nella sua natura, ma ancora che vi è nel suo fondo il

medesimo elemento di bassezza che non tarderà a



76


svilupparsi, se pure non è già comparso alla luce. Uno è

sempre capace d'un peccato di cui egli crede capace un

altro, oppure che è disposto a imputare ad altri. Anche un

sospetto ben fondato degrada più o meno il suo autore


» L'Oasi di Engaddi

39


(Faber,
Conf. spirit.).

(10) «
La macerazione del corpo, dice S. Tommaso, non è

gradita a Dio se non in quanto è fatta con la necessaria

discrezione, essa deve padroneggiare la concupiscenza senza

opprimere la natura».



(11) «
Io credo, dice S, Francesco di Sales, che sia una

sollecitudine virtuosa il prendere il sonno di buon'ora alla

sera poter svegliarci e alzarci di buon mattino».



(12) Vedi l'
Orario nell'Appendice I, pag. 119.

(13) «
Dio volle che nessun bene si facesse all'uomo se non

amandolo, e che l'insensibilità fosse per sempre incapace,

sia di dargli la luce, sia d'ispirargli la virtù


» (P. Lacordaire

O.P.).

«

La bontà ha convertito più peccatori che lo zelo,

l'eloquenza o l'istruzione, e queste tre cose non hanno mai

convertito nessuno senza che c'entrasse in qualche modo la

bontà... È la manifestazione di questo sentimento negli

uomini apostolici che attira i peccatori verso di essi e che

così li conduce alla loro conversione


» (P. Faber, Conf.

Spirit

.).

(14) «
Molti cristiani, dice il P. Faber, invece di fare

progresso nella via spirituale, restano stazionarii, perché

loro non si annunziano le perfezioni divine o perché essi non



77


ne fanno il soggetto delle loro letture. Molti servirebbero

Dio per amore, se studiassero la sua essenza e i suoi

attributi»


.

(15) «
Ogni amore che non trae la sua origine da Passione

del Salvatore è frivolo e pericoloso»

(S. Francesco di Sales).

(16) «
Lusingati quanto vuoi, persuaditi tutto quello che ti

piace, fabbricati scuse e pretesti quanti ti parrà bene, ma tu

non sei meno tenuto a tendere con tutte le tue forze alla

perfezione. Ecco la verità. Se finora l'hai ignorata, d'ora

innanzi non la ignorerai più


» (Lodovico Blosio).

(17) Cfr.
Imitazione di G. C. 1. III, c. XII: «Del ricordo dei

benefizi di Dio

».

(18) Cfr.
Imit. l. III, c. XLVII: «Bisogna essere pronti a

subire per la vita eterna quello che vi è di più penoso»

, - c.

XLVIII: «
L'eternità beata e le miserie di questa vita».

(19) Cfr.
Imit. 1. L c. XVIII: «L' esempio dei Santi».

(20) Cfr.
Imit. 1. III, c. XXXV. «Durante questa vita siamo

sempre esposti alla tentazione»

.

(21) Lo stesso S. Vincenzo ottenne innumerevoli conversioni

predicando i rigori del giudizio divino. Cfr.

Imit. 1. l. c.

XXIV: «
Giudizio e pene dei peccatori».

(22) S. Teresa soleva dire alle sue figlie: «
Figliole mie,

un'anima, un'eternità!

». Cfr. Imit. 1. I. c. XXIII.

78

(23) Cfr.

Imit. l. III, c. XIV: «Bisogna considerare i segreti

giudizi di Dio per non inorgoglirsi del bene che si è fatto

». L'Oasi di Engaddi

40


(24) S. Vincenzo Ferreri, alla fine del suo Trattato annunzia

che uomini apostolici d'una grandissima santità saranno dati

alla Chiesa. Il B. Grignon de Monfort menziona

espressamente questa visione del nostro Santo. Ricevette egli

stesso lumi affatto simili e molto precisi su questo importante

argomento.

79


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FONTE